"El mundo es de los flacos". El mito está arraigado en la juventud actual: sólo las personas longilíneas, esbeltas y delgadas alcanzan el éxito. Y muchos emprenden el camino de la dieta restrictiva en pos de la figura ideal que imponen los modelos sociales. Tal vez este haya sido el caso de la entrerriana María Antonella Mirabelli, de 19 años. Murió con 31 kilos, víctima de anorexia nerviosa. La joven se negó a recibir tratamiento por cuestiones religiosas.

Este caso reinstaló el análisis de los trastornos alimentarios -bulimia y anorexia-, problemática que afecta al 12% de adolescentes y jóvenes argentinos, según un relevamiento de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia (Aluba).

Sin analizar las causas, el contexto social ni la vida privada de la joven Mirabelli, el médico nutricionista Pablo Gallo Valverde definió la anorexia nerviosa (AN) como un trastorno psiquiátrico. "Es el resultado de una compleja interacción entre factores biológicos, psicológicos y sociales, con graves consecuencias fisiológicas. Se caracteriza por la negativa a mantener un peso mínimo normal. Los pacientes tienen una imagen corporal profundamente alterada y gran temor a aumentar de peso", describió.

El psicólogo Gabriel Gordillo, director de Cidesa (Centro Integral de Salud Alimentaria), coincidió con Gallo Valverde y aclaró que lo que distingue a la anorexia nerviosa "es el rechazo a la comida y el miedo obsesivo a engordar, lo que conduce a un estado de inanición debido a la ingesta insuficiente de nutrientes esenciales".

Ambos profesionales sostienen que la AN se presenta preferentemente en la adolescencia (de 14 a 18 años), aunque también en edades más tardías (entre los 20 y 40 años). Y si bien es más frecuente en mujeres, también se registran casos en varones.

Multifactorial
"La causa de la anorexia nerviosa no debe buscarse en un único factor, sino en una combinación de ciertos rasgos de la personalidad, en patrones emocionales y de pensamiento, en factores biológicos, familiares y sociales", precisó Gordillo.

La AN tiene una contribución genética del 50 al 80%, que cuando se combina con un entorno de alto riesgo predispone a su desarrollo. "Se estima que tiene una vinculación hereditaria similar a la del trastorno bipolar y la esquizofrenia", aseveró Gallo Valverde.

La presentación de la AN puede ser: 1) restrictiva (severa limitación de la ingesta de alimentos); 2) purgativa (períodos de gran ingesta que son 'compensados' con vómitos autoinducidos, laxantes, abuso de diuréticos); 3) desnutrición severa (producida por autoinanición). Todas sus formas producen múltiples alteraciones en órganos y sistemas. En la realidad estas formas se presentan combinadas y conducen a la desnutrición progresiva e incluso a la muerte por hambre.

Rasgos de personalidad
La personas con AN -según el médico y el psicólogo especializado en este tema- presentan ciertos rasgos de personalidad, como perfeccionismo, éxito académico, falta de actividad sexual adecuada a la edad, negación del hambre, inmadurez del desarrollo, aislamiento social, comportamiento obsesivo-compulsivo y hasta ritualista. En la AN hay una distorsión en la percepción del propio cuerpo, se lo ve más grande de lo que realmente es y por eso siempre se busca adelgazar. Al mismo tiempo pueden sufrir depresión, ansiedad, tristeza infundada, pensamientos irracionales y hábitos de autolesión física.

El pronóstico para la recuperación de la AN es multifactorial. Alrededor del 50% de los pacientes se recuperan con tratamiento manteniendo un peso normal, pero a menudo presentan recaídas. Los pacientes de edad más avanzada en el inicio de la enfermedad tienen peor pronóstico para una recuperación completa.

Gallo Valverde citó un metaanálisis que incluyó 119 estudios sobre 5.590 pacientes que sufrían AN en Alemania e Inglaterra y que concluyó que el 47% se recuperó, el 33% mejoró y el 20% desarrolló AN crónica. Entre los trastornos psiquiátricos, la AN tiene una de las tasas más altas de mortalidad y se debe mayormente al suicidio, y con menos frecuencia a la inanición.

El mayor desafío en el tratamiento de la anorexia nerviosa es ayudarle a la persona a reconocer que tiene una enfermedad. La mayoría de las personas que sufren este tipo de enfermedad niegan tener un trastorno alimentario y, con frecuencia, ingresan al tratamiento cuando la afección es grave, dijeron los expertos.

Manejo interdisciplinario
El manejo de la AN es interdisciplinario porque el enfermo necesita atención nutricional, psicológica y hasta psiquiátrica para recuperar el peso normal y los hábitos alimentarios. "La realimentación es un proceso que debe hacerse lentamente para evitar insuficiencia cardíaca y el llamado 'síndrome de realimentación', que pone en riesgo la vida del paciente", destacó Gallo Valverde.

La hospitalización está indicada en pacientes en estado crítico. Cuando presentan psicopatología adicional deben ser admitidos para una vigilancia psiquiátrica y fisiológica más completa, y dados de alta con la atención de un cuidador competente.