Se han forzado tanto los límites del llamado arte contemporáneo que pareciera que todo podría ser comprendido dentro de él. Su concepto, aquel producido en nuestra época, se escapa permanentemente hacia atrás, como queriendo rendir cuentas, para atrapar varias décadas pasadas que, según las clasificaciones más comunes, forman parte del moderno. Por eso no extraña que al ingresar a la feria de arteBA que concluye esta noche (llamada expresamente feria de arte contemporáneo), el visitante se encuentre con obras de esas que figuran en los textos de historia: Antonio Berni, Gyula Kósice, Kenneth Kemble, Alfredo Hlito, Xul Solar y Raúl Lozza, entre muchos otros.

Clásicos, modernos y contemporáneos conviven pacíficamente a pocos metros en el inmenso local de la Sociedad Rural, por el que desfilarán hasta esta noche más de 100.000 personas, según las estimaciones de la organización.

Este predio, en el que participan 52 galerías (16 extranjeras) y una serie de espacios, exige ser recorrido no una ni dos, sino varias veces, pero fatalmente, siempre hay alguna obra que no se vio.

¿Y quiénes son los que, en rigor, representarían lo contemporáneo en esta feria, o que al menos, el clima de época se vería reflejado en sus trabajos?

Son muchos, pero sin dudas, uno de los más atractivos es "La casita", de Marcos López, en la que, abandonando su soporte habitual, la fotografía, el artista incurre en el video, la instalación, la pintura y el objeto. Imperdible pues, el video (protagonizado por el dramaturgo y actor Rafael Spregelburd) que ironiza sobre el propio arte contemporáneo, sus tips y concluye, con mucho humor, con una lapidaria frase: "Basta de ese verso de la patria grande", que el público celebra con risas.

Otro de los puntos más altos de la feria es la obra de Leo Battistelli, creada especialmente para ambientar el espacio Chandon: "Temperantia", que se inspiró en las propias burbujas del champagne y está construida en cerámica, porcelana y vidrio, entre otros materiales, sigue la línea de producir arte contemporáneo utilizando técnicas ancestrales, de un modo casi artesanal. Setenta y tres andariveles-guías cuelgan desde la estructura superior, y en cada una de ellas se encuentran alrededor de 100 burbujas-boyas-cuentas de cristal soplado, porcelana y cerámica. Pero no solo eso: Battistelli literalmente instaló con maderas y plantas un espacio selvático, que, de algún modo, reproduce su propia casa, perdida en uno de los morros de Río de Janeiro.

Nubes de aluminio

En el espacio U-Turn, participando a través de una galería alemana, los objetos aéreos del tucumano Tomás Saraceno sorprenden gratamente: "Ursa Minor", de formas irregulares, se asemeja a una nube de aluminio de esos universos extraños que, una y otra vez, el artista, en una escala gigante, presenta en los principales países del mundo. Las nubes no nos son tan lejanas, pues ellas (por efecto de los espejos) nos devuelven nuestra propia imagen.

El premio Petrobras (el más importante de la feria) se lo llevó el cordobés Enrique Jezik, con su video "Aguante", una metáfora de la lucha entre la máquina y los hombres. "Su obra es una acción poética", explica el curador del proyecto, el mexicano Cuauhtémoc Medina. "Describe cómo funcionan las relaciones de poder desiguales: de un lado, el aparato; del otro, la resistencia". En la acción, cinco personas (entre ellas el mismo artista) luchan empujando enormes paneles contra una excavadora gigante.

Como si fuera un testimonio de una etapa de transición entre lo clásico- moderno y lo contemporáneo, una escultura de Pablo Suárez de los años 70 se erige en uno de los espacios no casualmente cercano a los neofigurativos como Jorge de la Vega, Ernesto Deira y Rómulo Macció y la siempre infaltable Marta Minujín.