El 10 de diciembre de 1816, el coronel Juan Francisco Borges encabezó una segunda rebelión autonomista en Santiago del Estero, provincia que entonces dependía de Tucumán. Derrocó al teniente de gobernador Gabino Ibáñez y asumió su cargo, negando obediencia al gobernador de Tucumán y al jefe del Ejército del Norte, Manuel Belgrano.

Ante esa situación, Belgrano ordenó al tucumano Gregorio Aráoz de la Madrid que sofocara el movimiento. El enviado batió a Borges en Pitambalá, y el general ordenó que se lo fusilara.

En sus memorias, La Madrid narra la ejecución de Borges, el 1 de enero de 1817. "Hice notificar la sentencia al reo y le mandé poner en capilla. Este al principio se resistió a las insinuaciones que le hacía el cura para que se preparara; pero luego, más tarde, mandó suplicarme que le hiciera venir un sacerdote de Santiago, y que le proporcionara papel y tintero para sus últimas disposiciones". La Madrid complació su pedido de inmediato.

Narra que "dispuesto ya el reo, tuvo lugar la ejecución a las doce del día o dos de la tarde, y después de haber recibido avisos al siguiente día de no observarse reunión alguna en ningún punto, y que muchos de los dispersos (de Pitambalá) se habían restituido a sus casa, marché al pueblo". Poco después, regresó a Tucumán "sin haber perdido un hombre" y con varios reclutas nuevos que obtuvo.

Belgrano los premió, cuenta, con "un escudo de paño azul claro" con la inscripción "Honor a los Restauradores del Orden". Esa leyenda, dice La Madrid, iba "bordada en hilo de oro para el jefe y oficiales y de plata para la tropa". El bordado "fue costeado por el general".