El papa Francisco visitó ayer por primera vez la Secretaría de Estado del Vaticano, algunos de cuyos miembros están sospechados de corrupción. La elección del sucesor del cardenal Tarcisio Bertone como jefe de dicho departamento será una de las decisiones más importantes del nuevo Pontífice. Se especula que, de esa manera, el Papa podrá establecer una Iglesia más humilde después de un período de escándalos. Por otra parte, crecen las versiones sobre un proyecto de reforma de la curia romana en la que estaría trabajando el pontífice argentino.

Francisco recibió esta mañana en la biblioteca de la secretaría a todo el personal del organismo; unas 300 personas entre sacerdotes, religiosos y laicos. Jorge Bergoglio les agradeció el "empeño impagable de servicio realizado" durante las últimas semanas.

Movida renovadora

Con esta visita y el nombramiento del español José Rodríguez Carballo, ministro general de la Orden de los Frailes Menores Franciscanos, como nuevo secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el Papa empieza a delinear lo que los vaticanistas señalan como una renovación de la curia romana. Esta reforma se presenta como uno de los desafíos más importantes que deberá afrontar el Santo Padre de ahora en más, tras el escándalo del robo y la difusión de documentos secretos que revelaron enfrentamientos y supuestos casos de corrupción en el Vaticano, caso que fue mundialmente conocido como Vatileaks.

Si bien las expectativas están puestas en quién nombraría en reemplazo de Bertone, este por ahora se mantiene en su cargo.

La hipótesis que está tomando cuerpo en estos días es la de modificar en sentido colegiado la propia secretaría de Estado, con el objetivo de disminuir el papel del secretario de Estado como primer colaborador del papa. Francisco buscaría una estructura subdividida en tres secciones bajo su estrecha dependencia, a la que se le sumaría una especia de comisión de control formada por cardenales.

El malestar con la mayoría de prelados que integran la curia romana habría sido una de las razones por las que los cardenales eligieron al primer Papa no europeo en 1.300 años, y dejaron en el camino las posibilidades de uno de los favoritos, el arzobispo de Milán, Angelo Scola.

Francisco heredó, además, una Iglesia que lucha por lidiar con el abuso sexual de niños por parte de sacerdotes y los escándalos en torno del manejo del banco del Vaticano.

El Te Deum

El Pontífice también se reunió con monseñor Mario Poli, quien lo sucederá al frente del arzobispado de Buenos Aires.

Tras el encuentro, monseñor Poli declaró: "Estamos cerca de las elecciones, así que va a ser un 25 para rezar por la patria. Es más que probable y así lo deseo, ¡que vuelva! Es su casa. El Te Deum siempre ha sido en la Catedral". De este modo, el prelado manifestó su esperanza de que la presidenta, Cristina Fernández, asista al oficio especial de la fecha patria.

Poli dijo al diario "La Nación" que no habló con Francisco de la relación que mantendrá con el Gobierno ni de la reforma judicial que está impulsando el oficialismo.

Colaboración

Asimismo, reiteró que su vínculo con cualquier poder político se dará sobre la base de los conceptos de distancia y colaboración. "Yo repetí lo que dice Gaudium et Spes y lo que aprendí como pastor. El Concilio Vaticano II habla de la relación Iglesia y Estado, colaboración y distancia, separación. No solamente la distancia, también es importante la colaboración y siempre hay una tensión en eso. Independencia significa libertad de la Iglesia y, por supuesto, patriota como el que más. Esa es la idea", se explayó.

Poli, obispo de Santa Rosa desde 2008, de 65 años, asumirá el gobierno pastoral de la arquidiócesis porteña el próximo sábado.