Las puertas están abiertas, pero ha perdido su razón de ser. Ya no se congregan allí estudiantes y docentes envueltos en aroma a café y a tostadas. El bar de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT fue cerrado a fines de 2004. En la actualidad es usado como sala para el dictado de clases. De hecho lo llaman aula-bar. La intención de algunos integrantes del Centro de Estudiantes es reabrirlo, aunque algunos sectores se oponen porque exigen que se dé lugar a la creación de un comedor universitario, espacio que fue cerrado durante la dictadura militar.
"En 2010 llegamos a un acuerdo para abrir el bar. Se había llevado a cabo un plebiscito para determinar las características del concesionario. Pero con la caída del techo del anfiteatro en 2011 se reagruparon los estudiantes y el bar fue destinado al cursado de clases. El año pasado volvimos a reimpulsar la apertura: está el acuerdo en el Centro para lanzar el proceso licitación. Ahora depende de que la decana lo inicie", indicó a LA GACETA Martín Canseco, presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (Cuefil). Carlos Bulacio, consejero estudiantil de la agrupación nueva Línea, explicó que se trataría de un bar manejado por el Centro de Estudiantes (la universidad, por medio de una resolución, entrega las concesiones de los bares a los centros de alumnos para que las administren).
"Nosotros tenemos que controlar que haya condiciones básicas para la instalación, como cantidad de becas de almuerzo gratuito para estudiantes y control de precios, entre otras características. El bar no se opone a la creación de un comedor universitario. Se trata de una primera instancia, ya que no tenemos este espacio desde 2005", destacó Bulacio.
Sobre un tablón, un par de mujeres venden café y sandwiches en el pasillo principal de Filosofía y Letras. Detrás de los termos y desde muy temprano está Guillermina "Pochi" García, ex empleada del bar. "Trabajé 30 años en ese lugar y de un día para el otro me quedé sin trabajo. Quiero que lo abran, pero sé que hay un juicio de por medio de la ex concesionaria contra la universidad. Desde el cierre vendo café - gracias al permiso del decanato- en este pasillo", contó. Lo mismo le sucedió a Mercedes Vidal y a Tina García, quienes hoy trabajan en el bar de Odontología, ubicado en otro sector del centro Prebisch. Allí comparten las mesas los estudiantes de Filosofía con los de Odontología.
"Antes de 2005 se daban pocas becas para comer, la ganancia para los que tenían el bar eran altas y el alquiler muy barato. Decidimos no renovar e iniciar una discusión por el comedor universitario. Se trata de una reivindicación histórica. El proyecto fue aprobado en 2005 y se pidió que sean reincorporadas las empleadas que quedaron sin trabajo. Pero por una cuestión de presupuesto el Rectorado sigue pateando el tema", comentó Elena Soria, de la comisión directiva del Coefil y de la agrupación Plenario Universitario de Lucha (PUL). Los estudiantes coincidieron en la necesidad y la importancia de abrir un bar o un comedor universitario para que se abaraten los costos de los estudiantes y de esta manera contribuir a reducir la deserción estudiantil.