"En Tucumán actualmente se producen tres variedades: Camarosa, Festival y San Andreas", informa a LA GACETA Daniel Kirschbaum, coordinador del Proyecto Nacional Frutilla en el INTA. 

"La campaña se cierra normalmente a fines de noviembre, según como vengan los calores, pero se puede extender. Como este año está medio raro, si se pone medio fresco a principios de diciembre la producción puede llegar hasta Navidad", expresa.

En cuanto a las propiedades de la fruta roja, el investigador afirma que, en comparación con los cítricos, en 100 g de frutilla hay más vitamina C.

"Es recomendable su consumo porque es una fruta muy nutritiva. Aparte del gran aporte de vitamina C posee otras sustancias, como el ácido lágico y el ácido fólico, que previenen algunos tipos de cáncer -señala-. En minerales, es rica en hierro, potasio y calcio. Además es pobre en calorías y por ello, especialmente recomendable para diabéticos y dietas de bajas calorías. Y un detalle muy importante: provee un buen contenido de fibra que facilita al funcionamiento del aparato digestivo. En cuanto a los métodos de conservación, Kirschbaum indica que si se las conserva congeladas, al desfreezarlas pierden brillo y turgencia, pero conservan intactas sus propiedades. En cambio, en la cocción sí se pierden algunas.

La frutilla de Coronda no se exporta tanto: allí la mayor parte de la producción se comercializa procesada en fábrica. "En Tucumán está todo diseñado para que se exporte hasta un 70%. Se las manda congeladas y viajan a 17 países, por eso tienen que ser premium. La frutilla tucumana posee uno de los estándares de calidad más altos del mundo", asevera Kirschbaum. Él conoce las que producen 12 provincias argentinas.