"En razón de que descendemos mayoritariamente de españoles, los apellidos más populares de los tucumanos son los mismos que abundan en la península: Díaz, Pérez, Fernández, Martínez, López, González o Gómez. En su mayoría no tienen parientes en común", destaca el abogado, historiador y experto en genealogía, José María Posse. El especialista indica: "si bien el apellido tiene como objetivo principal identificar a una persona, también cumple otras funciones, como otorgar prestigio. Contar con un apellido histórico, en líneas generales, suele jugar en contra, salvo en círculos estrechos, ya que a veces se prejuzga sin conocer a las personas. Por ello, considero que tener un nombre y apellido común no es una desventaja", opina.

Posse precisó que en toda América latina lo común son los dobles apellidos. "Entre nosotros, muchas veces el uso del apellido materno tiene que ver en el hecho de que por varonía una familia se extingue y al componerlo, de alguna manera continúa en las generaciones subsiguientes -apuntó-. Tal el caso de los Colombres Garmendia o Sancho Miñano, que se formó en el siglo XVII. En nuestra cultura, por una razón de costumbre, generalmente los apellidos compuestos tienen, al menos uno, un componente histórico".