Sólo los más cautos salieron a primera hora preparados para la lluvia que comenzó alrededor de las 8.30. Para algunos fue un alivio después de las últimas jornadas de intenso calor. Otros, sin embargo, lo sufrieron en carne propia, ya sea porque sus vehículos se detuvieron en inundadas esquinas o porque el agua ingresó a sus casas. En el centro de esta capital se vivieron escenas curiosas, como la moza de un bar que en lo más intenso de la tormenta hizo malabarismos para llegar con su bandeja al destino, con el desayuno aún caliente. Tampoco faltaron los que recurrieron a su agilidad para evitar mojarse los pies en las esquinas desbordadas. LA GACETA ©