Algunas preparan envoltorios de cocaína para colaborar con la "empresa" familiar. Otras "simplemente" prestan sus casas para que en ellas se escondan las sustancias ilegales. Son abuelas, tienen entre 70 y 80 años, y cada vez aparecen más involucradas en el narcotráfico. Este año, ya hubo cinco casos, según destacó el comisario Héctor Fabián Salvatore, jefe de la Dirección Drogas Peligrosas (Digedrop).

Muchas de las "narcoabuelas" ya tienen familiares presos por las mismas causas. En la mayoría de los casos trabajan "al menudeo" y terminan excarceladas. Como tienen más de 70 años, la Justicia Federal suele otorgarles la prisión domiciliaria. La mitad de los imputados en casos de narcotráfico son mujeres, a diferencia de lo que ocurre con otros delitos en los que la participación femenina es mucho menor. Y cada vez son más: entre el año pasado y lo que va de 2011, son más de 200 las que terminaron presas por drogas.

Las mujeres, en general, no son cabecillas de redes de venta. Son "mulas" (transportan drogas) o entran al negocio "heredando" la actividad de algún familiar. Una situación habitual es que sus maridos ya están presos por delitos de drogas y ellas ocupan el espacio vacante para el doble objetivo de seguir subsistiendo con una actividad que está en marcha y, a la vez, mantener a "los clientes" para cuando vuelvan los demás miembros de la familia.

En la cárcel de mujeres de Lastenia, en la Banda del Río Salí, casi el 40% de las presas cayeron ahí por traficar estupefacientes. En varios casos, gozan del régimen de prisión domiciliaria, especialmente si tienen hijos. Algunas de las que aprovecharon este beneficio volvieron a vender drogas en sus casas y hoy están de nuevo tras las rejas.