La fama de Holanda como refugio de la tolerancia multicultural pasaría a ser un falso mito, desde que los partidos radicales cambiaron la política de inmigración convirtiéndola en una de integración. En consonancia con ello, la Justicia absolvió al xenófobo antiislamista, Geert Wilders, de discriminación, pese a que llamó asesino al profeta Mahoma e ideología fascista de terroristas al Islam. Pero no puede acusarse al líder del populista y xenófobo Partido de la Libertad (PVV), el tercero mayor de Holanda, de incitar el odio contra los musulmanes. El triunfo del político de 47 años es casi total: tras un proceso de meses, su popularidad está por las nubes y se muestra como el exitoso defensor de la libertad.
Gracias a la Justicia, Wilders podrá ahora exigir con más fuerza que nunca la prohibición del Corán y del burka u otros símbolos del islam. Y el autodenominado defensor de la cultura cristiano-judaica podría también luchar contra la "islamización de Europa" y exigir que cese la inmigración de países islámicos.
La nueva política del Gobierno sobre integración extranjera, anunciada hace unos días, determina que los inmigrantes (sobre todo los de religión o cultura diferente) estarán obligados en el futuro a integrarse en la sociedad incluso sin ayuda estatal. Deberán participar en cursos a pagar de su bolsillo y quien no pase el examen perderá el derecho de residencia, según la directiva presentada por el primer ministro democristiano, Piet Hein Donner.
El Gobierno afirma que Holanda enfrentará disturbios si no actúa y por eso quiere poner fin a que los hijos de inmigrantes aprendan la cultura de sus países de origen, frenando además el flujo de inmigrantes. Cuenta sin embargo con el apoyo de 3/4 de los holandeses, según las encuestas, y el 83% avala la prohibición del burka, siguiendo el ejemplo de Francia.
Gracias a la Justicia, Wilders podrá ahora exigir con más fuerza que nunca la prohibición del Corán y del burka u otros símbolos del islam. Y el autodenominado defensor de la cultura cristiano-judaica podría también luchar contra la "islamización de Europa" y exigir que cese la inmigración de países islámicos.
La nueva política del Gobierno sobre integración extranjera, anunciada hace unos días, determina que los inmigrantes (sobre todo los de religión o cultura diferente) estarán obligados en el futuro a integrarse en la sociedad incluso sin ayuda estatal. Deberán participar en cursos a pagar de su bolsillo y quien no pase el examen perderá el derecho de residencia, según la directiva presentada por el primer ministro democristiano, Piet Hein Donner.
El Gobierno afirma que Holanda enfrentará disturbios si no actúa y por eso quiere poner fin a que los hijos de inmigrantes aprendan la cultura de sus países de origen, frenando además el flujo de inmigrantes. Cuenta sin embargo con el apoyo de 3/4 de los holandeses, según las encuestas, y el 83% avala la prohibición del burka, siguiendo el ejemplo de Francia.