El ranking de los que se ensañan con las esculturas importantes de la ciudad está encabezado por los factores climáticos; el mármol en el que les dieron forma a varias de ellas no es adecuado para los exteriores. En segundo lugar vienen los golpes de los vándalos y en tercero, los graffitis. A esta evaluación la hacen en la Subdirección de Espacios Verdes. Y le agregan otro elemento: la suciedad (que usen sus pedestales como baños, que las rodeen con basura...). Es cierto: las pintadas que aparecen en casi todas, las fogatas nocturnas (como ocurre en la base del monumento a Hipólito Yrigoyen) y la desaparición de las espuelas de Belgrano, por citar sólo algunas actitudes, son el reflejo de una sociedad maleducada y apática. Pero el Estado también tiene la culpa. Si bien hay estatuas en buen estado (la de Roca o la de Diego de Villarroel). en otras la capa de tierra, de moho y de suciedad de las palomas que las cubre es cada vez más gruesa. Y de eso no se puede culpar a los vándalos o al clima.