Fue una buena noticia. Al dar marcha atrás con la obcecación de una Junta Electoral controlable se hizo un aporte a la seguridad institucional, se evitaron conflictos y se da más seguridad a quienes van a intervenir en una contienda electoral. El gobernador tuvo un acto de sensatez en pos de construir y no de chocar.
La búsqueda de consensos es una forma de gestión aún pendiente. Hace más de un lustro que con este tema el gobernador parece subido a un ring tirando golpes a diestra y siniestra y acusando innecesariamente a quienes se le ponían al frente. Todo ese esfuerzo para después bajarse del cuadrilátero. Se ha producido un gasto de energía brutal e innecesario que podría haberse aprovechado para otras acciones en pro de Tucumán y no de Tucson.
Ahora la palabra la tienen los legisladores, que podrán generar una gran junta donde el norte sea la transparencia y la equidad, no la conveniencia y el interés temporal.