En cuanto a Epstein, era un joven licenciado en Matemáticas, muy inteligente, aficionado a la música clásica y dotado de un gran sentido del humor. Además de su trabajo en el centro de cómputos trabajaba en la cátedra de Álgebra. Era muy popular entre los estudiantes, cuyas consultas atendía con infinita paciencia en los pequeños huecos de tiempo que le permitían sus tareas en la "Dora" (así se refería él siempre que hablaba de la computadora). Después de evacuar las consultas, solía divertir a los estudiantes mostrándoles algunas de las cosas que él le hacía hacer a la Dora. En una época en la que no poca gente pensaba -equivocada, naturalmente- que la computadora podía "pensar", los estudiantes quedaban maravillados cuando Eduardo hacía que la Dora ejecutara música, o cuando le ingresaba preguntas por la máquina de escribir a las cuales esa misma máquina, escribiendo automáticamente, casi diabólicamente, respondía con respuestas hilarantes. El profesor Epstein, que ya falleció, dejó su trabajo en el centro de cómputos en 1973.
La pitonisa que respondía las preguntas más extravagantes
Por José Eduardo Juliá
Ingeniero Geodesta (UNT)