BUENA

Cuando se lee el resumen argumental de este filme, no parece haber nada nuevo en la propuesta; un "killer" que espera oculto en un paraíso rural entra en crisis a través de la percepción de que existe un mundo alejado de la muerte, las traiciones, las sospechas y la violencia. Sin embargo, el realizador Anton Corbijn se las arregla para entregar una película interesante, basada fundamentalmente en la descripción minuciosa del protagonista. Esa tarea tiene un pilar fundamental en la sobria y convincente personificación que logra George Clooney. Con una elogiable economía de gestos, el actor consigue transmitir perfectamente los estados de ánimo de su atormentado personaje y la intensidad de su actuación alcanza su climax en la secuencia del desenlace.

Corbijn también hace lo suyo; es la primera vez que este realizador abandona el tema de la música en su producción (hizo, entre otras cosas, clips para las bandas Nirvana y U2), y demuestra con este filme una gran solvencia a la hora de manejar climas densos y de mantener el interés del público sin apelar a escenas espectaculares y estallidos de violencia. Los tiroteos y los cuerpos ensangrentados están sabiamente dosificados para balancear los momentos de introspección de los personajes. Este puede parecer un "thriller" atípico por la morosidad de algunas escenas (la construcción del arma que le encargan al protagonista, por ejemplo), pero no cabe duda de que el realizador eligió deliberadamente un estilo narrativo lento, "a la europea", y no una vertiginosa sucesión de persecuciones con tiros, explosiones y vehículos en llamas.

La película muestra, además, buenos momentos de la fotografía, favorecida por los bellísimos escenarios naturales de la región de los Abruzzos, en el centro de Italia. Y aunque el guión resuelva suscribir (una vez más) a aquella máxima hollywoodense de que "el crimen no paga", la película redondea una interesante propuesta a través de la pintura de los tipos humanos que intervienen en la trama.