BUENOS AIRES.- El "macho", literalmente cerdo en Cuba, es también un varón muy viril en Chile y una persona sumamente torpe en Guatemala. A la mala suerte los peruanos le dicen "quincha" y en Argentina, a quien le venden "pescado podrido", lo dejan sin la "posta". Son 2.500 páginas, 70.000 palabras y más de 120.000 acepciones las que forman el nuevo Diccionario de Americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española (AALE).

Este es el primer diccionario en la historia que reúne las acepciones de los 19 países de habla hispana de América. La edición de Santillana (la primera de esta clase publicada en los últimos 40 años) se completa con el origen de los vocablos, frases proverbiales, sinónimos, y un índice de las etnias y lenguas vivas indígenas de Hispanoamérica.

En este inmenso libro es posible comprender el significado de las palabras cotidianas que pasan de boca a boca a diario entre los millones de hispanohablantes. Y muchas de ellas tienen su origen en el inglés, lo cual confirma la inmensa influencia de la cultura anglosajona en la vida de los habitantes del continente. Así los americanos "flipean" (del inglés to flip out, "alucinar"), "friquean" (del inglés freak, "asustarse o incomodar a alguien") y si algo molesta mucho se recurre al "fock" (del inglés fuck, para expresar rechazo).

"Para armar este diccionario hubo fácilmente tres generaciones trabajando juntas: universitarios de 20 a 23 años formados en una escuela especialmente creada para este fin; académicos de 40 y tantos; y otra tanda ya mayor que estaba cerca de los 70", explicó el cubano Humberto López Morales, secretario general de la AALE.

De esta manera, el "grasa", una persona de mal gusto, puede ser también en estos tiempos alguien que hace las cosas con poca o mala voluntad; un "groso" es una persona sumamente buena en su especialidad; el "careta" es quien se preocupa por la apariencias, y el "purrete", un niño. "A la jerga adolescente no la tocamos. Se tardará varios años en incluirla en algún diccionario porque hay algunos términos que morirán en el camino", advirtió.

López Morales dio crédito al la frase de que "la tercera es la vencida": el primer intento -"fallido" aclaró- de hacer un diccionario de estas características ocurrió a fines del siglo XIX. En 1950 se volvió a intentarlo, pero también sin éxito. "En aquellos años no había suficientes interlocutores (sólo existían ocho academias americanas), los recursos de comunicación eran poco ágiles (la correspondencia viajaba en barco) y la teoría lexicográfica estaba en pañales aún", repasó.

El origen

El tiempo transcurrió hasta 1996, cuando un grupo de estudiosos que se dio cita en Montevideo y logró darle forma al borrador de planta del diccionario que llegó a la calle recién ahora. El proyecto, si bien de manera informal, continuó y dos años después fue presentado en el Congreso de Puebla, una sesión plenaria que lo aprobó por unanimidad. "Seguía pendiente una deuda con el idioma español, que sin un corpus de americanismos consistente para su consulta no estaba en el lugar lingüístico que le correspondía", aclaró López Morales.

"En principio se armó un equipo de tres personas y media", bromeó, porque una de las académicas tenía otro trabajo "part time". "Este grupo trazó el croquis que se seguiría durante los próximos 10 años y que en el 2000 comenzó con el trabajo duro, que incluyó la creación de una escuela lexicográfica", recordó. Así nació el diccionario que refleja el habla americana. (Télam)