Hay una sola razón por la que un transeúnte sacaría las manos de los bolsillos durante una mañana de frío: la tentación de comprarse un churro (o varios) en cualquier puesto del centro. Con o sin azúcar, rellenos con dulce de leche o crema pastelera, al plato o mojados en una humeante chocolatada. Los hay para todos los gustos y son, la mayoría de las veces, un aliado exquisito para combatir el tiempo gélido. 
Anoche, en el Mercado del Norte, la gente se agolpó en los locales dedicados a la venta de churros, "hacinamiento" que se repitió esta mañana y que continuará hasta los últimos coletazos de la ola polar. El lector Alejandro Ortiz tomó la fotografía que ilustra esta nota y la envió a nuestra Redacción. "Por el frío, creció la venta", consignó. Y usted, ¿cómo los prefiere? LA GACETA ©