Fue la fiesta más grande y espontánea en la historia de España. El regodeo comenzó en la medianoche del domingo, siguió durante todo el lunes y terminó anoche, cuando los jugadores fueron recibidos como héroes en el Paseo de la Castellana, la principal avenida madrileña. Allí se congregaron más de 250.000 personas entre las plazas de Colón y Cibeles para ver la final contra Holanda. Fue una gran masa roja y amarilla, exultante. Y, aunque este entusiasmo y este fervor inéditos son frutos de la obtención de la Copa del Mundo, en verdad encierran una serie de aspectos extrafutbolísticos que no pasan inadvertidos. En lo económico, un golpe de ánimo para un país sorprendido y vapuleado por la crisis financiera, con una tasa de desempleo que sigue siendo del 20,06%. En lo deportivo, el corolario de una catarata de recientes éxitos deportivos notables. En lo político y en lo social, la purificación de una conciencia nacional degenerada por el franquismo (1939-1975) y después magullada por los nacionalismos. Hoy, en democracia, se puede gritar viva España en Madrid, y también en el País Vasco y Cataluña, donde, en efecto, se reunieron 75.000 personas para celebrar sin complejos el triunfo.
"Yo soy español, español, español". El cántico, aunque resonó fuerte en la capital, se entonó a viva voz en toda España. Esto jamás había sucedido, aseguraron emocionados los españoles que consultó LA GACETA en la plaza de Colón. El fútbol consiguió lo que un despiadado y cruel régimen militar y la torpeza política no pudieron: una expresión masiva y genuina de españolidad, un grito de unidad de quienes en silencio y en paz se sintieron españoles.
La empresa Sosa Dias vende unas 12.000 banderas de España cada año. Pero en lo que va de 2010 ya vendió 55.000. José Luis Sosa Dias, gerente de la compañía, dijo a LA GACETA que cada año se estampan 2 millones de metros de tejido, cuyo 85% corresponde a banderas publicitarias y el 15% restante, a las de países, a autonomías y a provincias. "No era común ver banderas españolas en la calle o en los balcones de las casas, hasta este año. El fútbol unió a España y hay menos vergüenza de exhibirlas", resaltó. El fútbol, lo hizo posible.