La niebla parrillera que se colaba en Floresta y los trapos que colgaban de las tribunas le daban a la noche cierta atmósfera futbolera. Enfundados en remeras negras y camperas de cuero, todos aguardaban con ansiedad contenida a la banda más importante del heavy metal argentino. Hasta que Almafuerte mató la espera y el sonido desató la furia.
La fiesta metalera había comenzado cerca de la medianoche con los tucumanos de Matrero. Luego fue el turno de los entrerrianos de Primer Ministro, con un estilo que trajo a la memoria los clásicos de Hermética, en especial por el estridente registro del cantante. Y la recepción a Almafuerte fue con una arenga a Ricardo Iorio, el líder de la banda: "o le le, o la la, Iorio es lo más grande del heavy nacional", cantaban los entusiastas.
La banda saltó al escenario con toda la fuerza de sus riffs, pero la mala acústica atentó contra esa potencia. Aunque la voz de Iorio sonó más cascada que de costumbre poco les importó a los fans, que agitaban con fervor. Abrieron el repertorio, entre otros, "Unas estrofas más" y "Dónde está mi corazón", de su último disco de estudio -"Toro y pampa"-. También hubo lugar para "Desde el oeste", una vieja canción de Hermética, mítica formación que Iorio lideró a fines de los 80.
El de Iorio fue un show aparte. Histriónico, el caudillo del heavy nacional gesticuló lo que su voz no alcanzaba a transmitir. Indómito y molesto por las falencias de sonido, pateó los parlantes y comenzó a amagar con abandonar el escenario. "Es muy triste la vida del artista, porque uno hace tantos kilómetros para cantar y no se escucha...", dijo frustrado. También aprovechó para desatar su ácida verborragia y apuntó los dardos irónicos contra Teresa Parodi, Víctor Heredia y la cumbia: "en Almafuerte no hay cornetas ni tumbadoras, somos rockeros desde chiquitos".
Ida y vuelta
La lista de temas siguió con "El visitante", "Yo traigo la semilla", "Triunfo" y "Homenaje", pero las deficiencias del sonido terminaron por colmar la paciencia de Iorio, que dio el portazo. Así que la banda continuó con un set instrumental en el que Claudio Marciello demostró por qué es uno de los guitarristas más virtuosos. Los solos de la viola del "Tano" calmaron al público, que pedía la vuelta del cantante.
Iorio regresó con la bronca suficiente para brindar un final enérgico al espectáculo. Anunció que cantaría un tema de Silvina Garré y se despachó con la lírica metalera de "Sirva otra vuelta pulpero". Para terminar, y a coro, atronó "Almafuerte". Aplausos para la banda, furia con el sonido.