Estamos felices. Por el golazo de Heinze, por las gambetas de Messi, por ese triunfo tan necesario y celebrado. Estamos ilusionados. Argentina ganó con justicia y regaló señales positivas, de esas que invitan a creer. Mantenemos la cautela. Apenas se jugaron 90 minutos, el agua está empezando a correr bajo el puente de la esperanza. Que sea un torrente. Somos testigos. Fue una satisfacción participar, a la distancia, de la fiesta en Johannesburgo. De las camisetas, los gorros, las banderas, los disfraces, las caras pintadas. Afortunadamente los barrabravas, cáncer de nuestro fútbol, pasaron inadvertidos.
LA GACETA se ha propuesto mirar el Mundial con ojos tucumanos. El viernes, las caritas inocentes y asombradas de los chicos de la Escuela 213, en Quilmes, fueron la mejor de las recompensas. Hasta allí llevamos el milagro del fútbol globalizado. Lo disfrutamos juntos. Ayer la experiencia fue idéntica, esta vez en la puerta del ingenio La Trinidad. Obreros y vecinos se agolparon frente a las pantallas gigantes para gritar el gol de la Selección. Son días, amigo lector, que sirven para fortalecer los lazos que nos unen.

LA GACETA en el Mundial

HOSPITAL DE NIÑOS. Los profesionales (médicos y enfermeras) vieron el partido en la guardia, mientras atendían emergencias.
INGENIO LA TRINIDAD. La camioneta de LA GACETA se instaló en la puerta de la playa de estacionamiento. Fue una gran fiesta.
ASOCIACION TUCUMANA DE SORDOMUDOS. Una docena de socios celebró con euforia. Después compartieron un asado.