A las 12 del miércoles 20 de agosto de 1997 un cortocicuito en el grupo electrógeno del supermercado Disco de Yerba Buena causó el desastre. Un grupo de empleados quiso sofocar las incipientes llamas con matafuegos, pero ya ardían varios artídulos inflables. Tres empleados ellos resultaron con cortes leves.
Una densa columna de humo negro se elevó al cielo de Yerba Buena. Comerciantes y clientes del shopping huyeron despavoridos al sentir las explosiones y el humo que ganó todo el barrio. Las empleadas del shopping lloraban conmocionadas. Los vecinos fueron evacuados. Transitar por la avenida Aconquija se volvió un calvario.
“Me pidieron que llamara a los bomberos, pero no me pude comunicar porque daba ocupado. Tardaron 45 minutos en llegar”, dijo un empleado. Es que la autobomba del destacamento de bomberos Yerba Buena tenía roto el tanque de agua -“y estamos viendo dónde conseguir el dinero para repararlo”, dijo el jefe de Policía, Enrique George. Tuvieron que ir los bomberos de 25 de Mayo y España de la Capital, y los voluntarios de Tafí Viejo. Más de 100 bomberos y 200 policías lucharon durante cuatro horas en medio de explosiones y lenguas de fuego que sobresalían dos metros del techo, que lo destrozaron y fisuraron las paredes. Había muchísima mercadería y se quemó en su totalidad. Uno de los bomberos, Carlos Reyna, fue llevado al centro Carrillo por la intoxicación que sufrió al explotar aerosoles de insecticida. No tenía máscara.
Recuerdos fotográficos: 1978. Maia Plisetskaia bailó solo seis minutos en TucumánAlfredo Troncoso, gerente de Disco, estimaría dos días después en 5 o 6 millones de dólares las pérdidas. El comisario George diría que el incendio “puso en evidencia el coraje de los bomberos y la carencia de elementos en la fuerza”. Y el ministro de Gobierno, Jorge Malmierca, respondería: “es verdad que faltan elementos, pero el 70% del presupuesto se va en sueldos. Es un problema de más de 30 años”.