Hace tres años se hizo viral en las redes una nena de Buenos Aires, Lupe, que aprendía las provincias argentinas y junto a su papá y su mamá protagonizó un divertido blooper cuando le mencionaron a Tucumán. “Esta provincia se llama Tucumán”, le explicó su papá. Ella lo miró fijo y con seguridad le respondió: “No, es Micumán” (07/09/22).

Esa mirada afectiva ha atravesado siempre el nombre de la provincia. Desde Ricardo Jaimes Freyre que antes de despedirse, en 1921, dijo “Nunca fui más feliz que en Tucumán” (ver “Recuerdos fotográficos” del 25/11) hasta Gerardo Vallejo, que en una entrevista del 20/10/1991 dijo que quería hacer una película llamada “Micumán”. “Quiero devolver a Tucumán parte de todo lo que me dio”, afirmó. El realizador, fallecido en 2007, expresó eso en el filme “Desde el alma”, de 1994.

Recuerdos fotográficos: 1862. Balbín, el carrero que dio su nombre a Los Vázquez

Por su parte, el médico Alberto Torres se dedicó a una fantástica diversión didáctica con el vocablo en su libro “Aquí en Tucumán” de 1931, rescatado en la antología “Miradas sobre Tucumán”, de la Fundación Miguel Lillo. Torres analizó la palabra e hizo dibujos con ella: un tren, un naranjo con un cañaveral, un caballo, un ciempiés y un cuadro con juego de palabras con “tucumano”.

“Tucumán es una palabra que satisface pronunciarla; cuando ella sale, es como si entrara un merengue chantilly por nuestra garganta”, dijo. Y definió: “La palabra Tucumán es verde, limpia, limpiecita, como yo digo, un poco dulce, algo tonta porque está en la adolescencia, juguetona, es la palabra más bonita de la República Argentina”.