La investigación de una causa narco puede ser una caja de pandora. En este caso en particular, el fiscal federal Agustín Chit logró establecer el complejo mecanismo que utilizaba una organización para traficar droga desde Bolivia hasta la ciudad de La Plata, Buenos Aires. También descubrió el sistema casi artesanal que usaban los acusados para burlar los controles y cómo hacían para transportar el estupefaciente en vehículos.

La investigación comenzó el 26 de enero, cuando los ocupantes de una camioneta Toyota Hilux escaparon de un control de Gendarmería Nacional por un camino alternativo cerca del puesto de control de 7 de Abril, en Burruyacu. Personal de la fuerza realizó un rastrillaje en zonas adyacentes, hasta finalmente interceptar el vehículo, en el que se trasladaban A.A., L.M.C.O., R.S.V. y D.G., los tres últimos de nacionalidad boliviana.

Al ser consultado sobre cuál era la carga de la camioneta, A.A. respondió al personal del operativo: “Lo que usted ya sabe”, lo que en principio fue interpretado como un reconocimiento implícito de la comisión de algún delito. Los gendarmes revisaron la caja de la camioneta y encontraron 156 kilos de cocaína en el interior de bolsas arpilleras. El juez federal Guillermo Díaz Martínez les dictó la prisión preventiva y trabó embargo por $50 millones a cada uno de los procesados.

La investigación

Una vez iniciado el legajo investigativo, dos de los imputados suscribieron un acuerdo de colaboración. Allí precisaron que la persona que los había contactado para realizar el transporte de estupefacientes era un hombre de nacionalidad boliviana identificado por sus iniciales como R.O., residente en la ciudad bonaerense de La Plata. Detallaron, además, que previo a ese viaje habían realizado otro anterior.

Uno de los colaboradores mencionó que en el viaje en que fueron detenidos, además de la camioneta en la que se trasladaban había otra más y un Peugeot 208, propiedad de M.A.O., hijo del primero, quien hacía de “coche puntero” en la ruta. Este rol consiste en avisar dónde se encuentran los controles de las autoridades.

Chit pudo reconstruir que padre e hijo se trasladaron con sus vehículos desde Buenos Aires hasta Salta, y desde allí a Jujuy. Utilizando “pasadores” que cargaban las sustancias en mochilas y cruzaban la frontera desde Bolivia hacia la Argentina por caminos alternativos de tierra y empleando comunicación satelital y un handy, ya que en esa zona no hay señal de telefonía.

Al analizar los celulares de los acusados, el representante del Ministerio Público pudo identificar cinco grandes desplazamientos logísticos durante 2025 hacia Salta, Mendoza y cruces fronterizos a Chile y Bolivia. También estableció que la organización contaba con estrategias para poder transportar la cocaína. Se trataría de una organización que habría traficado más de una tonelada de ese estupefaciente. Sólo la carga decomisada está valuada en unos U$S546.000 en la frontera y por más de U$S1,5 millones en Buenos Aires.

Una de ellas es cómo burlaban los controles en las rutas. Uno de los integrantes avisaba a los ocupantes del vehículo que transportaba la droga donde estaban los controles. Dos o tres de sus integrantes cargaban la cocaína en mochila y, caminando por los montes, los eludían.

El otro dato que descubrió Chit es que la organización tenía varios vehículos para transportar la sustancia. Cada vez que realizaba un “viaje” transfería el bien al nombre de la persona designada como conductor. Al llegar la carga, volvía a cambiar la titularidad del bien.

Padre e hijo fueron detenidos en un procedimiento realizado en Buenos Aires. El juez Díaz Martínez les dictó la prisión preventiva y ordenó un embargo de $50 millones a cada uno.