Gerardo Collante no levanta la voz y no necesita hacerlo. Su tono es firme, casi sereno, pero cargado de una convicción que se sostiene por sí sola. El capitán de Famaillá deja en claro que el gesto de quedarse parado en la cancha no fue un capricho, ni un arrebato, ni una escena pensada para las redes. Para él, fue algo más profundo.

“Lo que hicimos no fue sólo por nosotros. Muchos equipos querían hacer lo mismo, pero nadie se animaba”, asegura. Y ahí instala un tema incómodo; que la protesta no nace de un enojo aislado sino de una sensación extendida en el Regional y en la Liga Tucumana.

Collante también rechaza el término que usó la Liga en su comunicado. “Dicen que abandonamos y eso es mentira. Yo hablé con Leal antes del segundo tiempo y le dije que juguemos los 45 minutos, pero que nos íbamos a quedar parados. Nunca nos fuimos”, explica. Su defensa apunta directamente al árbitro. “Nos maltrató todo el partido. Mucho maltrato. Todos saben lo que pasa cuando jugás contra Tucumán Central”.

Collante tiene esperanza de que la sanción no sea tan dura

La suspensión, según le dijeron, fue por una agresión a la jueza asistente. Collante no da por cierta esa versión, pero tampoco la descarta y prefiere esperar. Y para justificarlo trae un antecedente que todavía duele: “El año pasado casi matan a los jugadores de Sportivo Guzmán en Atlético Concepción. Todos pensamos en lo peor… y al final sólo les dieron dos años sin jugar el Regional. No sé qué pasará ahora”, dice.

Habla tranquilo, pero cada frase pesa. Para él, lo que pasó no fue una renuncia sino un límite que eligieron no cruzar.