El microcentro tucumano amaneció este lunes feriado con un paisaje inusual: persianas bajas, veredas casi vacías y apenas un puñado de transeúntes aprovechando el día libre para descansar, pasear o resolver alguna compra pendiente. 

La postal contrastó con el ritmo habitual del centro, que de lunes a viernes suele desbordar de ruido, tráfico y actividad comercial. A media mañana, el silencio dominaba las peatonales. Sobre calle Muñecas, José Luis descansaba en un banco, casi como un reflejo del clima general. 

“Pasándola un rato, disfrutando, descansando un poco”, contó. Tucumano, trabajador, resumió su fin de semana largo entre fútbol, trabajo y descanso. “De acá me voy a mi hogar y me quedo ahí”, dijo, sin planes para las últimas horas del feriado.

Los pocos locales con las luces encendidas parecían excepciones. En uno de ellos, dos empleadas acomodaban productos antes de retirarse. “Vinimos a buscar unas cosas que nos habíamos olvidado del fin de semana y ya nos vamos”, explicaron. 

Más adelante, un padre y su hija buscaban zapatillas. “Aprovechamos para comprar un calzado para mi niña”, dijo el hombre. La jovencita, sonriente, adelantó el motivo: “Para mi cena de egresado”. El feriado les dio el margen ideal para una salida sin apuro. “Poca gente, cero, no hay nadie”, coincidieron ambas sobre el movimiento.

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En otro local, una empleada atendía uno de los pocos comercios abiertos. “Nosotros siempre abrimos los feriados, horario normal. En lo que va de la mañana ingresaron dos clientes nada más”, contó. Aun así, dijo haber disfrutado del fin de semana largo y que el día de trabajo no le impidió descansar: “A pesar de que tenga que abrir hoy, no hay problema”.

El feriado también atrajo a algunos turistas. Una familia de Santiago del Estero caminaba por la peatonal. “Venimos seguido, nos gusta el calor”, comentaron mientras recorrían un centro casi vacío.

A medida que avanzaba la mañana, el panorama no cambiaba: locales cerrados, calles amplias y un silencio que permitía escuchar incluso el eco de los pasos. “Un panorama bastante desolado”, como definió un comerciante mientras levantaba la persiana.