El cáncer aparece en casi todas las especies de mamíferos y plantea desde hace décadas un desafío para la biología evolutiva. Aunque la medicina avanzó de manera significativa en su tratamiento y detección, todavía persisten preguntas clave sobre por qué algunos animales conviven con la enfermedad de forma más frecuente que otros. Un equipo del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires propuso nuevas respuestas a este interrogante en un estudio publicado en la revista Science Advances, uno de los espacios de divulgación de hallazgos científicos más influyentes.

La investigación se enfocó en comparar datos de mortalidad, aparición de tumores y presencia de neoplasias malignas en diferentes especies. El equipo trabajó con tres bases de datos globales ya existentes y analizó patrones evolutivos. La hipótesis central señala que los estilos de vida pueden resultar decisivos en la prevalencia del cáncer y que la cooperación dentro de un grupo cumple un rol clave. El estudio fue dirigido por Matías Blaustein, investigador del Conicet en el Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (iB3, UBA).

La propuesta ofrece una mirada novedosa sobre un tema que suele analizarse desde la genética o la fisiología individual. El trabajo también dialoga con investigaciones anteriores que atribuían la alta presencia de cáncer en carnívoros, aunque los científicos argentinos encontraron inconsistencias cuando observaron especies como las orcas o los delfines, que consumen carne pero no muestran niveles elevados de la enfermedad.

CIENTÍFICOS. El equipo que realizó el trabajo: Catalina Sierra, Matías Blaustein, Alejandra Ventura, Nicolás Lavagnino y Constanza Sánchez de la Vega / CONICET

Mamíferos cooperativos y mamíferos competitivos

El estudio destaca que existen especies con comportamientos cooperativos, como las ballenas, los elefantes y algunas ratas topo, que suelen presentar menores tasas de cáncer. Estas especies suelen criar en grupo, mantener vínculos duraderos y apoyarse para obtener alimento o cuidar a las crías. Esa colaboración genera un entorno evolutivo en el que los individuos mayores cumplen un rol social estratégico y, por lo tanto, la especie desarrolla mecanismos para protegerlos, entre ellos una mayor resistencia al cáncer.

En contraste, los mamíferos con comportamientos competitivos registran patrones distintos. Felinos y otros grandes carnívoros, por ejemplo, viven de manera más solitaria, y compiten por recursos y territorio. Ese tipo de vida se asocia con tasas más elevadas de cáncer y puede favorecer dinámicas evolutivas donde la muerte de adultos competitivos reduce la presión sobre individuos jóvenes.

Los investigadores señalan que esta correlación no implica causalidad, aunque abre un camino de interpretación más amplio para comprender la enfermedad en distintas especies.

Hipótesis evolutivas y nuevas preguntas

El equipo del Conicet y la UBA también revisó dos hipótesis centrales de la biología evolutiva: la pleiotropía antagónica y la idea de que las variantes que predisponen al cáncer pueden resultar “invisibles” para la selección natural debido a que suelen manifestarse después de la reproducción. Aunque estas teorías explican parte del fenómeno, no alcanzaban para comprender por qué existían especies con tasas extremadamente bajas o altas de cáncer.

El enfoque sobre los estilos de vida permitió unir estas líneas, y mostrar cómo los vínculos sociales, la crianza grupal y la cooperación pueden influir en la aparición o no de mecanismos tumorales.

¿Y qué pasa con los seres humanos?

El trabajo no se enfocó en personas, pero los investigadores sostienen que las sociedades humanas podrían analizarse con parámetros similares. Las poblaciones más longevas del mundo suelen tener una fuerte presencia de adultos mayores activos, con redes comunitarias sólidas y prácticas de cuidado mutuo.

En una publicación del Conicet, el investigador Blaustein manifestó: “si a un médico o biólogo molecular le interesa pensar cómo hacer para lidiar con el cáncer en humanos, sería lógico que se interese por las claves por las cuales ciertos animales no se enferman prácticamente de cáncer y otros se enferman mucho. Encontrar los genes o procesos biológicos asociados a que ciertas especies no padezcan cáncer es una información muy valiosa. Una de las moralejas de todo esto es que hay que prestar atención a las especies cooperativas que aparecen en el estudio, que no solamente son muy sociales, sino que además pueden albergar dentro de sí los fundamentos moleculares de la resistencia contra el cáncer”. La publicación completa de Science Advances está disponible en este link .science.org/doi/10.1126/sciadv.adw0685