A los 21 años, Tomás Basualdo vive su presente más intenso desde que llegó a San Martín de Tucumán. Categoría 2004, lateral izquierdo, formado en el club y con contrato profesional firmado hace dos años, hoy está en la consideración de Mariano Campodónico, que ya le hizo saber que su nivel lo sorprendió. Para Basualdo, que todavía viaja todas las mañanas en colectivo, este momento es la confirmación de que todos esos madrugones, nervios y miedos iniciales tuvieron sentido.

Su llegada al club fue por una recomendación directa. “Llegué hace cuatro años al club. Estaba jugando en Argentinos del Norte y en el seleccionado tucumano. Me lleva Walter López, él era el técnico y me vio ahí”, recuerda. Aquel salto lo vivió con la mezcla clásica de ansiedad y deseo: “Tenía miedo porque era la primera vez que salía a otro club. Estaba nervioso, no sabía qué me iban a decir”.

Su papá, Miguel Ángel, fue clave desde el primer día. “Cuando le conté, se alegró tanto él como yo. Somos hinchas de San Martín, no lo dudamos. Él me acompañó siempre”, cuenta Tomás. La escena que marcó ese inicio fue tan simple como emotiva: “Salíamos de entrenar, subimos al auto y le conté. Fue una tarde normal, pero veníamos contentos todo el camino”.

Los primeros pasos

Adaptarse al club también fue un desafío. “El primer día estaba nervioso. Los chicos me preguntaban cosas y yo contestaba poco. Me daba miedo hablar”, confiesa. Con el tiempo, se integró rápido: “Gracias a ellos me adapté enseguida, me recibieron muy bien”.

Siempre jugó de lateral izquierdo. “Siempre, siempre de lateral. Nunca en otra posición”, afirma. Ya en las inferiores del “Santo”, hubo entrenadores que lo marcaron. “El primer año me ayudó mucho Luis Martínez. Aprendí un montón con Ariel Martos también”.

El salto a Primera

Su primer llamado al plantel profesional llegó de la mano de Pablo De Muner. “La primera vez que me suben fue con Pablo. Me llevó a la pretemporada con Alejandro Galván, Tomás García y Agustín Lazarte”, recuerda. Ese cambio de ritmo lo impactó: “Los entrenamientos eran muy diferentes. Otra intensidad, otra calidad”.

El técnico lo acompañó de cerca. “Pablo me hablaba siempre. Me hacía ver cosas que yo no notaba. Me ayudó un montón”. También recibió consejos de referentes del plantel: “Hablé con Lucas Diarte y con Pellerano. Me aconsejaron mucho sobre controles, centros y tranquilidad”.

Contrato profesional

El día que le avisaron que tendría contrato profesional lo tiene grabado. “Estábamos saliendo de entrenar, nos frenan y nos dicen que a la tarde teníamos que volver porque nos iban a hacer contrato. Éramos tres o cuatro, nos abrazamos ahí mismo”.

Y como siempre, su primera reacción fue familiar. “Lo primero que hice fue llamar al grupo de mi familia. Todos estaban muy contentos. A la tarde fui con mi papá y mi hermana a firmar. Fue increíble”.

En su casa lo esperaron con abrazos y palabras que aún lo sostienen. “Me dijeron que todo el sacrificio estaba dando frutos. Que estaban orgullosos”.

Un sueño compartido

Tomás vive con sus padres, Miguel Ángel y María Isabel, y su hermana. “Nos llevamos muy bien todos”, cuenta. En su casa, el fútbol es tema de conversación, pero no obsesión. “Hablamos de todo un poco. Ellos siempre me aconsejan que siga siendo el mismo, con humildad”.

Pocas imágenes retratan mejor la vida del futbolista tucumano que el inicio de cada mañana. “Siempre voy en colectivo. Me levanto 5.20 y tomo el de 5.40. Soy uno de los primeros en llegar al entrenamiento”.

A veces, confiesa, cuesta. “Una vez hablé con mi viejo y le dije que estaba cansado de levantarme tan temprano, a veces sin desayunar. Él me dijo: ‘vos seguí, que en algún momento va a tener recompensa’”. Esas palabras, cuenta, “me ayudaron siempre”.

El presente

Hoy, Campodónico sigue de cerca su evolución. “Siempre me da indicaciones. Él y sus ayudantes me ayudan un montón. Mejoré muchas cosas”, explica.

En el plantel profesional se apoya mucho en Darío, uno de los referentes. “Me llevo muy bien con Darío. Me dice que lo poquito que me falta tengo que buscarlo yo mismo”.

También mantiene buena relación con los tucumanos del plantel: “Con todos me llevo bien. Como ellos también surgieron del club, nos ayudan un montón”.

“Me imagino titular”

Tomás no duda cuando se proyecta. “Me imaginé varias veces jugando ahí, siendo titular. Si fuese por mí, me quedaría siempre en San Martín”.

Mientras tanto, entrena todos los días, juega en Liga y espera su momento. “Es una oportunidad para mostrarme. Lo hablo siempre con los chicos que están en la misma situación”.

La historia de Tomás Basualdo es la de un pibe que madruga, que toma el colectivo, que guarda los nervios del primer día y que hoy pisa fuerte en San Martín. Una historia que, para él y su familia, recién empieza.