Las palmas de sus manos se apoyaban con suavidad sobre la robusta mesa donde se proclamó la Independencia. La madera, curtida por el tiempo, parecía devolverle un eco remoto. Oleksandra Oliynykova pasó la yema de los dedos por las vetas marcadas, como si quisiera atrapar la energía de aquella jornada de 1816 en la que los congresales sellaron el destino de un país. La luz blanca del museo dibujaba sombras sobre su rostro; había silencio, apenas interrumpido por los flashes de las cámaras. No era una escena de tenis ni de premiación, pero la emoción era la misma.

La campeona del Tucumán Open WTA 125 había cambiado la raqueta por la historia. Horas después de su triunfo contra la egipcia Mayar Sherif, decidió quedarse una semana más en Tucumán para entrenarse y conocer la provincia. Y, entre prácticas y descansos, quiso visitar la Casa Histórica, el sitio en el que Argentina se declaró libre el 9 de julio de 1816.

La visita se organizó junto a Mercedes Paz, ex tenista y capitana del equipo argentino, y Mariano Ink, director del torneo, quienes oficiaron de traductores ante las palabras de José María Posse, director del museo. Él relató la historia del edificio colonial construido en el siglo XVIII por la familia Bazán-Laguna y que, desde aquella fecha fundacional, quedó unido para siempre a la palabra Independencia.

HISTORIA. En el patio de la Casa Histórica, Oliynykova escuchó atenta los relatos sobre la Independencia y se mostró emocionada por la experiencia vivida. Foto de Analía Jaramillo/LA GACETA.

En la primera sala, Oliynykova se detuvo frente a un cartel que resumía siglos de historia. Lo leyó en voz baja, con esfuerzo, intentando comprender cada frase escrita en español:

“Esta es la casa donde se declaró la Independencia. Pocos lugares en Argentina son tan significativos como esta casa. Aquí los patriotas definieron el destino de la Revolución. La Sala de la Jura fue testigo de la Declaración de Independencia el 9 de julio de 1816…”, se podía leer en el cartel.  La ucraniana levantó la vista y sonrió con timidez. No buscó grandes palabras, pero sí dejó ver su emoción.

“Estoy muy feliz por esta oportunidad. Me encanta conocer la historia. Normalmente, cuando estoy en los torneos, sólo en el campo y en el club, no tengo una experiencia tan agradable. Así que sí, en realidad es muy especial para mí”, expresó “Olí”, con una enorme sonrisa.

En la “Sala de la Jura”, el corazón simbólico del museo, Oliynykova pidió quedarse sola. Durante unos minutos, el silencio la envolvió. Contempló las paredes blancas, los retratos, la mesa central. Al salir, intentó explicar esa sensación única.

“Puedes sentir la energía del momento que sucedió hace muchos años. Y cuando entras, puedes sentir que estás allí. Creo que esta sala es la concentración de esa energía”, analizó.

Antes de despedirse, Posse le permitió acercarse a la mesa original. La tocó con respeto y asombro. “Estaba pensando que esta era la mesa cuando era un momento tan importante. No esperaba que pudiera tener ese contacto, pero es increíble”, dijo.

El recorrido culminó en la “Galería de las Placas”, donde los nombres grabados en mármol la detenían a cada paso. Tocaba las paredes, preguntaba, intentaba descifrar los mensajes.

“Es muy importante porque es mucha energía. Es difícil para mí explicarlo en inglés porque mi traducción no es perfecta. Pero creo que es algo que te abre la mente cuando estás en contacto con algo tan importante”, aseguró Oliynykova.

"Es algo que recordaré toda mi vida", dijo Oliynykova

A la salida, el sol del mediodía caía sobre Congreso 141. Algunos turistas la miraban asombrados. Ella respondió con la misma sonrisa que había cautivado al público del Lawn Tennis. Todavía tenía frescas las imágenes de la final.

“Es increíble, fue un gran apoyo del público. Es algo que me recordaré por toda mi vida”, explicó la tenista que decidió extender su estadía para seguir entrenando. Claro; Tucumán le ofreció un entorno cómodo, cálido y distinto. “Decidí quedarme en Tucumán para entrenar porque es un lugar agradable y porque la gente del club me ayudó a organizar mi entrenamiento. Es mucho más fácil que ir a Buenos Aires cuando no conozco a nadie. Así que sí, decidí quedarme en Tucumán”, explicó Oliynykova, que durante estos días, también probó las empanadas. “Muy buenas”, admitió entre risas y volvió a hablar de lo que más la había conmovido en la provincia.

“Lo que más recuerdo son los niños. Tengo tantos brazos dulces y había tantas emociones. El ver a esos niños sonriendo y tan felices, probablemente sea lo que más recuerde”.

Antes de emprender un viaje turístico a San Javier,  Oliynykova hizo un balance de todo lo vivido. “Fue difícil esperar una buena conexión. Pero no es tan sorprendente, porque desde el primer día vi cómo la gente está contenta de ver a los jugadores aquí.

De esta manera, la ucraniana se llevó más que un título de la provincia. Se llevó una historia, una energía, una emoción que no olvidará: la de haber tocado la mesa donde un país eligió su destino y la de haber sentido, por unos días, que también ella formaba parte de algo que trasciende el deporte.