El cometa 3I/ATLAS, que recientemente atravesó el perihelio del Sol y comenzó su trayecto en dirección a la Tierra, volvió a poner en debate una vieja teoría de Stephen Hawking. El astrofísico británico, fallecido en 2018, había advertido hace más de una década sobre los riesgos de los contactos con civilizaciones extraterrestres avanzadas.
Si bien la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmaron que el cuerpo celeste no representa amenaza alguna -ya que su punto más cercano al planeta será de unos 270 millones de kilómetros-, su movimiento irregular y la imposibilidad de observarlo directamente mientras pasa detrás del Sol alimentaron diversas especulaciones.
Entre ellas, la del reconocido astrónomo Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, quien no descarta que el 3I/ATLAS pueda tratarse de una sonda o nave interestelar enviada por una civilización desconocida.
De acuerdo con los datos oficiales, el pasado miércoles el cometa alcanzó su punto más próximo al Sol y el jueves llegó a 1,35 unidades astronómicas, equivalentes a 202 millones de kilómetros. En ese momento comenzó un proceso de desprendimiento de gas y agua por efecto de las altas temperaturas, generando una estela de polvo visible en su recorrido.
La advertencia de Hawking
En su serie documental Into the Universe (2010), Stephen Hawking había expresado su temor ante la posibilidad de un encuentro con seres de otros mundos.
“Si los extraterrestres nos visitan alguna vez, el resultado podría ser similar a cuando Colón llegó a América, lo cual no terminó bien para los nativos americanos”, dijo en aquel entonces.
Según su análisis, una civilización capaz de recorrer el cosmos probablemente habría agotado los recursos de su propio planeta y buscaría otros mundos para colonizar o explotar. En ese sentido, el físico consideraba riesgoso enviar señales o información al espacio, ya que esto podría revelar la ubicación y el estado de la Tierra a posibles civilizaciones avanzadas.
Aunque las agencias espaciales piden calma y aseguran que el 3I/ATLAS es un fenómeno natural, la combinación entre su comportamiento atípico y las advertencias de Hawking reavivó una pregunta que sigue sin respuesta: ¿qué tan solos estamos en el universo?