Reinaldo Wabeke (42) sigue siendo un personaje rodeado de polémica, más de 17 años después de que su historia conmoviera y escandalizara al país. Tenía apenas 24 años cuando se casó con Adelfa Volpe, una mujer de 82, con quien mantenía un vínculo desde la infancia y cuya fortuna heredó tras su muerte. Hoy, después de cumplir una condena por narcotráfico y volver a casarse, su vida vuelve a ocupar los titulares, marcada por el amor, la desconfianza y el temor a perderlo todo.

“Mi querida Delfa amada, la conocí cuando tenía cuatro años. Ella era clienta de mi mamá, que era bruja, parapsicóloga”, recordó Wabeke en diálogo con TN. Con el paso del tiempo, la relación cambió. “Ella quiso concretar algo conmigo”, explicó.

El 28 de septiembre de 2007, la boda en Santa Fe se convirtió en un suceso mediático que desató todo tipo de comentarios crueles. Los apodos como “el mata anciana” o “el mata vieja” se replicaron en los medios, y Reinaldo fue señalado como el “primer gigoló” de la Argentina. Él siempre defendió su historia de amor: “Fue un cariño, un amor que tuve con ella maternal, no por encamarme, como se dijo una y otra vez”.

Incluso ironizó sobre el morbo mediático: “A la Justicia y a la prensa les gusta el morbo. Es decir, sí, hice el salto del tigre con una señora mayor, me encamé, era un fuego, pero no, era una amistad. Fue una persona maravillosa”.

El matrimonio duró poco más de 20 días. Adelfa murió tras la luna de miel en Río de Janeiro. “Fue un viaje maravilloso. Todos decían que yo la maté en el viaje y nada que ver. Tengo los mejores recuerdos de ella”, aseguró.

Tras su muerte, Reinaldo se convirtió en el heredero de una importante fortuna, que incluía propiedades y un seguro de vida. “Gracias a ella soy quien soy, gracias a ella tengo un bienestar hasta el día que me muera”, reconoció, aunque aclaró que no terminó la sucesión. “Si me interesara la plata, hoy sería millonario. Y al final nunca hice nada.”

El santafesino contó que fue víctima de estafas y abusos: “Me rodeé de gente vividora todos estos años, que me han sacado lo que no he tenido”.

Entre esas pérdidas mencionó una propiedad en Mar del Plata que fue “usurpada” por personas vinculadas a Adelfa. Según dice, una “mafia de abogados” y las constantes amenazas lo obligaron a renunciar temporalmente a la herencia: “Dejé todo a un costado porque mi salud y mi vida valían más que una casa”.

La etapa más oscura: la cárcel y la caída

Luego de su paso por los medios y el teatro, su vida tomó un rumbo trágico. En abril de 2020 fue detenido por transportar casi cinco kilos de cocaína en la autopista Rosario–Santa Fe. Cumplió una condena de cinco años por narcotráfico.

Con el tiempo, reconoció su error: “Me metí en eso por la inseguridad económica. Empecé todo por tener ataques de pánico y estar muy mal”.

Definió su paso por prisión como una experiencia devastadora: “En la Unidad Penitenciaria N° 11 de Piñero estuve un año amenazado de muerte. Vivía empastillado”.

Un nuevo amor y viejas heridas

Hoy, libre y decidido a empezar de nuevo, Reinaldo volvió a casarse. Su esposo es Javier Elías Salazar, un joven de 26 años al que conoció dentro del penal. “Me casé con un chico de 26 años. Nos conocimos en la cárcel. Es una persona maravillosa, el amor de mi vida. Nunca quise a nadie como lo quiero a él”, contó emocionado.

Este es su tercer matrimonio. Antes había tenido otro casamiento igualitario con un hombre llamado Cristian, de quien se divorció estando preso, y a quien acusa de haberlo robado y traicionado.

“Mi ex esposo me robó todo. Me sacó plata durante mis cinco años preso. Me sacó hasta las redes sociales. Tiene toda mi vida y los millones de pesos que tenía guardados”, contó.

Esa experiencia dejó en él una huella profunda y un temor constante a ser estafado nuevamente. Aunque está enamorado de su actual esposo, admite que vive con miedo: “Lo que no quiero es que me roben la fortuna. No quiero que le quede a nadie lo que a mí tanto me costó tener”.

Aún mantiene abierta la sucesión de los bienes heredados de Adelfa, pero ahora tiene un propósito claro: “Que la Justicia se encargue de que esté la parte de los parientes y que me dé la mía. Que nadie se robe nada”.

Finalmente, con la serenidad de quien ha sobrevivido a muchas tormentas, cerró su testimonio con una promesa: “El día que yo me muera quiero que le quede todo a mi marido. Ahora sí voy a seguir con la sucesión”.