Así como los árboles decorados de rojo y verde son clásicos de la temporada navideña, también son muy características de Halloween las calabazas talladas con formas de caras desfiguradas. Aunque hoy se usan en las culturas norteamericanas principalmente como elementos decorativos, su origen es más que lejano a esta funcionalidad. Responde a un uso relacionado a las creencias irlandesas de hace más de 2.000 años.
Películas de terror para Halloween: los títulos más escalofriantes que podés ver onlinePara hablar del origen de las calabazas con velas en su interior, primero es necesario conocer cuál fue el origen de Halloween. Es que las tradiciones celtas, combinadas con un mito irlandés, dieron origen y fuerza a la que se convirtió en una de las costumbres más típicas de Halloween en países como Estados Unidos.
Cuál es el origen de Halloween
Para la cultura celta existía una festividad especial que marcaba un quiebre entre dos mundos. El 31 de octubre, Samhain era vivida como una noche en la que el límite entre los mundos de los vivos y de los muertos dejaban de ser precisos. Se consideraba entonces que los espíritus podían regresar donde los vivos y ejercer diferentes tipos de presiones e influencias.
Para salvarse de ser perjudicados, los celtas tenían un ritual particular. Por una parte, encendían hogueras gigantes para protegerse. Consideraban que la luz se encargaba de espantar la oscuridad de los espíritus malignos. Por otra, hacían sacrificios humanos y animales y se ofrendaban vegetales a sus antepasados que los cuidaban. Pero cuando los celtas se trasladaron hasta América, llevaron consigo parte de esas creencias que indefectiblemente fueron modificándose y adoptando su propio matiz.
Por qué se tallan calabazas en Halloween
Una de las historias con la que los celtas se presentaron en norteamérica fue la de Stingy Jack –o Jack el tacaño–. El mito hablaba de la existencia de un hombre escurridizo, de vicios con la bebida y ocurrente. Tal era su astucia que había logrado engañar al mismo diablo en repetidas oportunidades y había logrado que la figura maligna prometiera dejar en paz su alma.
Por eso, en cuanto Jack murió, se quedó vagando por el mundo. El paraíso no era un lugar para él por sus malas costumbres durante su vida. El infierno tampoco lo era, pues el diablo no le permitiría vivir allí a raíz de su pacto. Jack fue condenado a pasar el resto de su existencia en la Tierra, acosado por los espíritus. Para espantarlos, tal como hacían los celtas con las hogueras, decidió armarse una lámpara con luz en el interior de un nabo.
Cuando la cultura llegó a lo que en el futuro sería Estados Unidos, ese hábito de protección de Jack se había convertido en algo nuevo. La abundancia de calabazas logró que las lámparas empezaran a fabricarse con ellas y no con nabos.