La Federación Turca de Fútbol (TFF) atraviesa una de las crisis más graves de su historia: su propio presidente, Ibrahim Haciosmanoglu, denunció que más de un centenar y medio de árbitros activos están involucrados en el mundo de las apuestas deportivas, una práctica prohibida para quienes deben impartir justicia en la cancha.
Según la investigación interna, de los 571 jueces que trabajan en las ligas profesionales de Turquía, 371 tienen cuentas en casas de apuestas y 152 de ellos realizaron apuestas activas, incluso en miles de partidos. Entre los implicados hay siete árbitros de Primera División y otros quince asistentes del máximo nivel.
El caso más extremo es el de un juez que habría apostado en más de 18.000 encuentros, mientras que otros diez superaron las 10.000 operaciones. La mayoría de las apuestas fueron realizadas en torneos extranjeros, aunque el escándalo salpica de lleno al fútbol turco.
“El fútbol de nuestro país necesita un cambio profundo”, declaró Haciosmanoglu, quien calificó el hallazgo como “un día clave” para la transparencia institucional. La federación enviará los casos al Consejo Disciplinario (PFDK), amparado por la Ley N.º 6222, que regula los delitos deportivos en Turquía. Las sanciones podrían ir de tres meses a un año de suspensión, o incluso la inhabilitación para dirigir.
La TFF también notificó formalmente a la FIFA y a la UEFA, que ya siguen de cerca el caso, y anunció la puesta en marcha de un plan de renovación del plantel arbitral, con el objetivo de “garantizar una estructura limpia y resiliente”.
El escándalo reaviva el debate sobre la pérdida de confianza en los jueces del fútbol turco, un terreno históricamente atravesado por polémicas. En febrero pasado, la federación ya había recurrido al esloveno Slavko Vincic, el primer árbitro extranjero en dirigir el clásico entre Galatasaray y Fenerbahce en 55 años, ante la desconfianza generalizada hacia los colegiados locales.
Ahora, con la investigación en marcha y los nombres a punto de llegar al tribunal disciplinario, la credibilidad del arbitraje turco queda otra vez bajo sospecha.