Donald Trump fue de gran ayuda para el gobierno nacional hace dos semanas, no tanto en la recién concluida. Pueden ser su estilo, su ignorancia de cómo suenan algunos mensajes o ambas cosas, los inversionistas financieros no tomaron a bien las declaraciones del martes. No fue una conferencia de prensa para exponer sobre las relaciones entre EEUU y Argentina sino un almuerzo abierto a la prensa donde sólo se le hicieron preguntas a Trump. Y eso contribuyó a las confusiones.

La expresión de que no habrá ayuda si no gana Javier Milei tiene dos problemas. El primero, no advertir que el apoyo de EEUU debería aportar como causa del resultado electoral en vez de ser consecuencia, porque si la expectativa es modesta para el oficialismo entonces suena a que no vendrá dinero. Mayor ayuda es que aparezcan dólares (como viene ocurriendo con EEUU comprando pesos) o mejor aun que se anuncie un mecanismo claro para ello y cuándo arranca. En el juego empresario, uno a uno, a Trump muchas veces le funcionó patear todo para luego negociar. En lo internacional también, donde los actores son pocos y sus responsabilidades muchas; subir aranceles o mover tropas y luego hacer acuerdos de comercio o de paz. Pero el impacto en millones de personas es diferente, sobre todo cuando son prejuiciosas, como buena parte de los argentinos.

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Lo que tiene que ver con el segundo problema. Las palabras de Trump sonaron a intento de influir en las elecciones de octubre, y lo fueron. Pero no debe extrañar. Hace muchísimo tiempo que las campañas tienen componentes internacionales sin importar la tendencia política de los contendientes. Por supuesto, no es lo mismo que un grupo de legisladores de izquierda vaya a Bolivia o Nicaragua a participar de actos de apoyo a un candidato local a que el presidente de EEUU condicione decisiones de su gobierno a una votación. Parece más grave lo segundo, por la relevancia del país. Sin embargo, en el fondo son lo mismo.

A cualquier funcionario le interesa quiénes gobiernan los demás países porque de eso dependen tanto la facilidad para hacer acuerdos como las actividades que se promoverán. Es un caso particular del caso general de que las decisiones públicas se toman incluyendo (aunque no sólo) las ganancias esperadas para los sectores que contribuyen a sostener al gobernante en el poder. Vale para todo territorio y color partidario. Si quienes aparecieran respaldando financieramente al gobierno hubieran sido gobernantes de Indonesia, Sudáfrica o el Vaticano ¿acaso se habría pensado que era por buena voluntad, gratuitamente? ¿No hay entrega, colonización, negociados, imperialismo, sometimiento y toda esa fraseología arcaica si las promesas o los convenios son con China o la India? Claro, lo ideal sería negociar con todos, pero en la estacada el que apareció con dinero fue EEUU.

Como para aclarar, China tiene en Argentina negocios en minería, energía, infraestructura y agro. Por ejemplo, Atucha III, Belgrano Cargas Norte o el parque fotovoltaico Cauchari Solar IV y V. Dentro de la Iniciativa de la Franja y Ruta, diversos proyectos de transporte y energía, y además de la base en Neuquén un radiotelescopio en construcción en San Juan. En montos no es mucho, el stock como Inversión Extranjera Directa rondaría los 4.200 millones de dólares, aunque en los casos enumerados primero serían unos 10.000 millones de dólares además de los aspectos políticos porque estarían dentro de una política china de disputa de hegemonía con EEUU y Europa.

Por otra parte, en cuanto a inversiones anunciadas o estudiadas, muchas de ellas a la espera dentro del Rigi, así como otras decididas (YPF-ENI, OpenAI), rondan los 99.000 millones de dólares, mayormente (no sólo) energía y minería. Es decir, la economía de mañana no trata del swap con EEUU sino de la continuidad del sistema económico a la que colaboraría el swap.

Sobre este último, también aparece la crítica al mayor endeudamiento. Que no lo hay. Sería deuda nueva (si se usara) para pagar deuda vieja. De hecho, la deuda pública bajó durante el actual gobierno porque gracias al superávit fiscal se paga más de lo que se renueva. Se redujo el impuesto inflacionario porque el gobierno no le pide dinero al BCRA y se va aliviando la carga de pasivos.

Los anteriores son algunos elementos a considerar a la hora del voto. Porque para decidir hay que evaluar las consecuencias. Cuentan el apego republicano, la dignidad, la tradición, pero también las posibilidades laborales y las inversiones. Dentro de ello está lo internacional, porque tiene relación con los objetivos de un gobierno. No es lo mismo en comercio, inversiones, finanzas o derechos humanos tener de socio a EEUU, Australia o Italia que a Rusia, Venezuela o Irán. Y si no se piensa en eso, mal hecho. Explicaría por qué Argentina no crece.

Expectativa en el mercado cambiario tras los dichos de Trump y las acciones del Tesoro de EEUU

En esta discusión en realidad lo trágico es la debilidad de la economía argentina tal que hace falta mucha ayuda internacional para llegar a las elecciones con tranquilidad en los mercados cambiario y financiero y aquella no es sólo culpa de la falta de habilidad política de Milei sino sobre todo del desastre que encontró, de la irresponsabilidad opositora y de que destruir es más fácil y rápido que reconstruir. Cómo estarán el país y el mundo que si las opciones fueran Trump o Maduro sería preferible por mucho el primero. Aunque no son las alternativas (ni Bessent o Perón, como engañosamente señala Cristina Fernández exponiendo un desconocido y no a Trump, que algo positivo hizo por el mundo, y ocultando que los contradictores de EEUU son los mismos que la acompañaron con Alberto Fernández). En lo esencial se trata de parecerse más a una república democrática que a veces tiene gobernantes excéntricos que a las autocracias. O de preferir un orden económico que donde se aplicó generó desarrollo y movilidad social ascendente y no otro de atraso, miseria e inflación.