Lo que comenzó como una changa o una forma de generar un ingreso extra se convirtió en un fenómeno económico y social. En la Argentina, el negocio del delivery (entrega a domicilio) dejó de ser una alternativa temporal para transformarse en una de las principales formas de consumo dentro del sector gastronómico.
Según datos de Page Manager, los pedidos de comida y productos básicos generaron ingresos por U$S 1.860 millones en 2024, cifra que ubica al país como el tercer mercado más importante de la región detrás de Brasil (U$S 8.400 millones) y de México (U$S 2.530 millones).
Las aplicaciones Rappi y PedidosYa concentran la mayor parte del negocio. Ambas extendieron su alcance más allá del envío de comidas, incorporando la entrega de productos de limpieza, bebidas y artículos de farmacia. Durante la pandemia, el delivery fue declarado actividad esencial, lo que aceleró su crecimiento y multiplicó el número de repartidores. Hoy el sector emplea a unas 160.000 personas, consolidándose como una de las principales fuentes de ingresos en un mercado laboral marcado por la informalidad y el desempleo.
El perfil de los trabajadores
Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) junto con WorkerTech y Civic House analizó las condiciones del trabajo de reparto en la Argentina. Según el informe, sólo el 10% de los repartidores trabaja de manera full time, realizando más de 300 pedidos por mes. El resto lo hace de forma esporádica, sin contrato ni acceso a derechos laborales básicos.
Los ingresos también varían según el nivel de dedicación y el medio de transporte. Quienes trabajan a tiempo completo pueden superar el salario promedio de un empleado registrado, mientras que la mayoría apenas cubre sus gastos. La investigación revela que el 61,3% de los ingresos proviene de los pedidos completados y el 19,3% de las propinas, lo que evidencia la dependencia del comportamiento de los clientes.
El perfil laboral cambió en los últimos años: los jóvenes de 18 a 24 años pasaron de representar el 24% al 33% de los repartidores. El 80% son varones, lo que refleja un patrón de trabajo flexible pero precario.
Impacto económico y nuevos hábitos
El crecimiento del delivery está directamente vinculado al cambio de consumo. Una encuesta de Kantar Insights mostró que el 76% de los argentinos redujo las salidas a comer afuera por los altos precios. En paralelo, la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc) registró una caída del 20% en el consumo gastronómico, con descensos superiores al 40% en locales de gama media y alta.
Frente a esa baja, muchos restaurantes encontraron en el delivery una herramienta para sostener la actividad. Promociones, descuentos y pagos electrónicos ayudaron a mantener empleos y recuperar clientes.
El auge también repercutió en la venta de motocicletas: según la Asociación de Concesionarios de Automotores (Acara), se proyecta un total anual cercano a 600.000 unidades vendidas, impulsado por el uso laboral. La Honda Wave 110 lidera el mercado, seguida por Gilera Smash y Keller KN110-8, modelos preferidos por su bajo costo de mantenimiento.
Un fenómeno que redefine el trabajo urbano
El delivery cumple hoy un doble rol: es una fuente de ingresos para miles de trabajadores y una pieza estructural del consumo. Sin embargo, la falta de regulación y de cobertura ante accidentes continúa siendo un desafío.
Mientras tanto, el sector sigue creciendo y genera nuevas oportunidades para jóvenes que buscan independencia económica en un contexto de crisis.