Cada mañana, miles de conductores repiten la misma rutina: encienden el auto, lo dejan varios minutos en marcha y recién después salen a manejar. Lo que parece un gesto inofensivo -incluso una “buena práctica” heredada de generaciones anteriores- puede convertirse en un enemigo silencioso de tu economía y de la salud del motor.

El error más frecuente es dejar el vehículo en ralentí, es decir, encendido pero detenido, con la intención de “calentarlo” antes de arrancar. Décadas atrás, cuando los motores necesitaban alcanzar cierta temperatura para lubricarse correctamente, esa costumbre tenía sentido. Pero en la actualidad, con la tecnología de inyección electrónica y sistemas de lubricación más eficientes, los motores modernos ya no requieren ese proceso previo.

Mientras el auto permanece detenido con el motor encendido:

- Quema combustible sin generar movimiento.

- Tarda más en alcanzar su temperatura ideal.

- Aumenta el desgaste de piezas internas como bujías y válvulas.

El resultado es claro: más gasto de nafta, más emisiones contaminantes y una menor vida útil del motor.

Según estimaciones de especialistas, dejar el auto en ralentí durante apenas 10 minutos diarios puede representar varios litros de combustible desperdiciados cada mes, además de un incremento significativo de los gases contaminantes, especialmente en trayectos urbanos donde los vehículos pasan más tiempo detenidos.

La forma correcta de arrancar el auto

Los expertos coinciden en un consejo simple y efectivo:

- Encendé el motor y poné el auto en movimiento de inmediato.

- Evitá dejarlo encendido sin avanzar más de 30 segundos.

- Mantené un ritmo suave durante los primeros minutos de conducción para que el motor alcance su temperatura óptima de manera gradual.

De este modo, el consumo será menor, las emisiones se reducirán y el vehículo funcionará de forma más eficiente. Una pequeña modificación en la rutina puede marcar una gran diferencia para tu bolsillo y para el medioambiente.