Habrá que rozar la perfección. En un torneo que no concede segundas oportunidades, los mínimos errores pueden costar demasiado caro. En esta primera escala del Reducido, San Martín está obligado a firmar un partido sin fisuras si quiere seguir soñando con el ascenso. Jugará en una cancha desconocida, frente a un rival que se hace fuerte en su territorio y que supo construir durante toda la temporada una identidad difícil de vulnerar. En el “Nuevo Francisco Urbano”, donde Deportivo Morón transformó cada punto en una afirmación de su carácter; el conjunto de Bolívar y Pellegrini deberá romper la lógica y desafiar la estadística: ganar o despedirse. 

El duelo, de eliminación directa, no admite especulaciones. No hay tiempo para cálculos ni margen para la duda. El equipo de Mariano Campodónico llega con la presión de saber que sólo la victoria le permitirá avanzar, y enfrente estará un adversario que conoce al detalle su terreno y sus virtudes. El “Gallito”, cuarto de la zona B con 58 puntos tras 15 triunfos, 13 empates y apenas 6 caídas, fue uno de los conjuntos más sólidos de la Primera Nacional: convirtió 36 goles y apenas recibió 19, con un promedio de 1,06 a favor y 0,55 en contra.

Su poder se sostuvo, sobre todo, en casa: ganó 11 de 17 partidos en el Urbano, empató cuatro y perdió solo dos (contra Chacarita y Temperley). Esa fortaleza será el mayor desafío para un San Martín que transitó toda la temporada en la zona A y que nunca cruzó caminos con el “Gallito”.

El conjunto bonaerense se edificó desde el equilibrio. Con Walter Otta al mando, priorizó el orden defensivo y la salida limpia, confiando más en la estructura que en las individualidades. Aun así, encontró nombres que lo potenciaron: Ivo Costantino y Yair González, con su capacidad para llegar al gol, fueron las principales referencias ofensivas, mientras Fabricio Sanguinetti aportó movilidad y desequilibrio desde la mitad hacia adelante. En la defensa, el experimentado Mariano Bíttolo y el arquero Julio Salva consolidaron una línea que perdió pocos duelos en el mano a mano. Esa combinación de oficio, seguridad y ritmo pausado le permite a Morón hacerse respetar en su zona y llegar al Reducido con la confianza de quien se sabe fuerte en casa.

Sin embargo, no todo fue firmeza. El tramo final del torneo dejó grietas que San Martín puede explotar si interpreta bien el contexto. En sus cuatro últimas presentaciones, Morón mostró contrastes claros: cayó 0-1 en el Urbano frente a Temperley, empató sin goles contra Colón en Santa Fe, goleó 3-0 a Mitre de Santiago del Estero en su estadio e igualó con Chaco For Ever 1-1 en Resistencia. Ese tropiezo contra el “Gasolero”, inesperado para su público, reveló que bajo presión el equipo puede perder control, sobre todo cuando el rival lo obliga a retroceder y lo priva de circulación limpia.

Las debilidades del “Gallito” 

Cuando le quitan la pelota, Morón se siente incómodo, sufre para salir y queda expuesto a transiciones rápidas. Allí puede estar una de las claves para Campodónico, que apostará por una presión alta, intensidad en los costados y velocidad en los metros finales para intentar quebrar la muralla local.

San Martín deberá sostener la calma en un entorno que le será completamente ajeno. La hinchada de Morón empuja, los espacios se achican y la presión se multiplica con cada toque rival. En esas circunstancias, la personalidad del equipo de Campodónico será puesta a prueba: no podrá dejarse arrastrar por la ansiedad ni por el clima del estadio. Necesitará precisión, inteligencia y eficacia en los momentos determinantes. Un solo descuido puede costar el torneo. Un solo acierto, en cambio, puede abrir la puerta hacia la clasificación.

La distancia entre las zonas en la fase regular no es un simple detalle. San Martín convivió con rivales distintos, con otro tipo de competencia, con un calendario y terrenos que nada tienen que ver con los de Morón. Ahora deberá traducir su propia experiencia a un contexto nuevo, donde los márgenes son más estrechos y los errores se pagan al instante. No hay antecedentes recientes entre ambos: los caminos no se cruzaron en toda la temporada. Eso vuelve todo más imprevisible y obliga al “Santo” a improvisar sobre la marcha, adaptarse rápido y leer con lucidez cada momento del partido.