El gobierno superó el mal momento financiero y cambiario. La primera semana posterior a las elecciones bonaerenses no fue buena pero nada extraordinaria, la segunda fue desastrosa por los efectos que la incertidumbre política tuvo sobre el dólar y los títulos públicos y la recién concluida fue de alivio. ¿Se solucionaron los problemas? No, pero se salió del apuro.
Al respecto, conviene recordar una anécdota de veracidad desconocida. Julio Argentino Roca, durante su segunda presidencia, envió a Carlos Pellegrini a Inglaterra para discutir un acuerdo sobre deuda y quedó satisfecho con el resultado de la misión. Sin embargo, buena parte de los dirigentes no compartió su parecer. Ante la dificultad Roca consultó con Bartolomé Mitre, quien le habría dicho que en política cuando todo el mundo se equivoca todo el mundo tiene razón. Entonces, por razones de estabilidad de poder Roca desautorizó a Pellegrini, costándole la ruptura de su fructífera alianza.
Algo así ocurre con las reservas del Banco Central. Parte de las dudas de días anteriores se fundaron en que el BCRA no tendría las necesarias para los vencimientos de deuda de 2026. Sumadas las señales de debilidad política del gobierno algunos agentes económicos vendieron sus títulos públicos y subió el riesgo país, lo que a su vez reforzó el movimiento paralelo de alza del precio del dólar y en círculo vicioso contribuyó a la expectativa de malos resultados electorales.
Cuenta regresiva: el tablero electoral de Jaldo y Milei tras el aval de Estados UnidosBien, esa visión es equivocada. Las reservas del Central no interesan para la deuda pública pues ella es del Tesoro, no del Banco. Lo importante es que el gobierno tenga superávit suficiente para comprar dólares cuando llegue la fecha de abonar. Por supuesto, puede esperarse que comprarle al BCRA sea más barato que ir al mercado, pero en definitiva importa el resultado fiscal. Sin embargo, como se cree que las reservas son clave y no se observa que crezcan al ritmo de lo pactado con el FMI se duda de la capacidad de cumplir. El Congreso también hizo desconfiar del saldo de las cuentas y tal vez algunos hayan considerado eso, pero las expresiones públicas de preocupación fueron por las reservas. ¿Y la alternativa de renovar pasivos en vez de cancelarlos? Resulta que no se renueva a quien se desconfía que pague. Si se cree que puede pagar no se le cobra, si se cree que no puede se lo abandona.
Siempre se trata de confianza. La economía se mueve por expectativas. Se decide pensando en el futuro y los datos abonan a lo imaginado, donde entran cuestiones subjetivas. Por ejemplo, si se cree en un gobierno no importa cuántas reservas haya en el banco central. Y si no se cree, tampoco. Que la confianza dependa de las reservas es tanto una muestra de incomprensión como de debilidad.
Por eso las señales desde EEUU de que al gobierno argentino no le faltará dinero para honrar su deuda de 2026. EEUU confía en Argentina, por lo tanto el mundo también debería confiar. Ahora, eso no es una solución sino un paraguas. Otra oportunidad, como tantas hubo, de tener margen para tomar decisiones correctas. Lo ideal sería comenzar ahora (la esperanza oficial es que los resultados de octubre permitan avanzar desde diciembre) con lo que sugiere EEUU: medidas por mayor productividad y consensos políticos. Que no significan pactar cualquier cosa con cualquiera, sino que en democracia se conversa no sólo para lograr medidas sino también para que tengan continuidad. El oficialismo cree que desde diciembre estará en mucho mejores condiciones para eso. LLA sólo pone en juego dos diputados y ningún senador; necesariamente aumentará su bancada. Pero la imagen es importante. No es lo mismo tener más legisladores con 35 por ciento de los votos que con 40, aunque en ambos casos saliera primero.
¿Cómo llegar a octubre? Algo ayudó la baja de retenciones, que fueron sólo para calmar el mercado cambiario. Porque cualquier actividad económica, no sólo la agropecuaria, necesita certidumbre. Es bueno pagar menos impuestos, pero es mejor tener un panorama claro sobre las condiciones tributarias. De paso, deberían eliminarse las retenciones pues son un impuesto sobre los ingresos brutos. En todo caso, se las podría dejar como anticipo de Ganancias, pero nada más.
Como fuere, había un tope de 7.000 millones de dólares para aplicarles retenciones cero y se alcanzó en tres días. En parte hubo avivada. Exportadores que declararon ventas sin tener el producto y deben liquidar divisas hasta mañana. Un camino es comprar los granos para concretar efectivamente operaciones, lo que pueden aprovechar algunos productores para mejorar precios, otro es conseguir dólares como sea aunque las exportaciones se realicen en el futuro, lo que significará los mismos dólares siendo demandados y ofrecidos al mismo tiempo con ganancia por las diferencias de precio del grano con y sin retenciones.
Parece un exceso de éxito porque no habría corrientes adicionales de divisas por un mes, pero entonces juega EEUU. Retenciones cero fue corto plazo, emergencia, el apoyo norteamericano es mediano plazo. Que debería reforzarse con otras decisiones, como que el BCRA compre dólares (porque cuando todo el mundo se equivoca…) y avanzar con el debate por el presupuesto.
Volatilidad del dólar: Javier Milei trata de evitar nuevas turbulencias cambiariasPor cierto, diputados kirchneristas presentaron al Congreso un proyecto de declaración que advierte sobre la nulidad de un acuerdo con EEUU que no pase por aquel cuerpo. Una obviedad, porque la Constitución dice que las deudas requieren aprobación parlamentaria. La declaración propuesta es sólo pirotecnia. Igual, aunque no se sepa aún de qué va el acuerdo, es buena la preocupación por la transparencia y la soberanía, que no tenían cuando gobernaban ellos. Por eso no se conocen los detalles de los swaps con China y hubo cesión de territorio y atribuciones por la base china en Neuquén. De todos modos, tienen mucho por demostrar para que se crea que son sinceros; hasta ahora, no es que lo peor ya pasó (Javier Milei dixit) sino que con ellos lo peor podría volver.