En la Argentina y en muchas partes del mundo, la vida se vive a las corridas. El apuro diario entre clases, trabajo y obligaciones deja poco margen para detenerse a saludar o para agradecer con calma. Un reciente estudio de la polaca SWPS University, junto con la Universidad de Warsaw, demostró que ese ritmo acelerado impacta en la amabilidad cotidiana.
El trabajo se centró en los gestos simples, pero significativos: agradecer a un cajero, saludar a un compañero o rechazar un pedido con cortesía. Estas acciones, aunque pequeñas, sostienen vínculos positivos y mejoran el clima social. Sin embargo, cuando las personas se sienten apuradas, tienden a mostrarse menos cordiales o directamente a sacrificar la cortesía.
Cuatro estudios que marcaron la diferencia
La investigación incluyó a 722 participantes en cuatro experimentos. En el primero se identificó la creencia extendida de que el apuro reduce la cordialidad. Los siguientes estudios buscaron comprobarlo con evidencias.
En uno de ellos, los participantes recordaron situaciones de corridas contra el tiempo y luego debieron rechazar un pedido de un amigo. Quienes evocaron ese contexto admitieron haber respondido con menos amabilidad que aquellos que se encontraban relajados.
Otro de los experimentos recreó la sensación de apuro con una tarea informática bajo presión de tiempo. Durante la actividad, los voluntarios interactuaron con desconocidos y se evaluó la cordialidad percibida. Los resultados confirmaron que la vida contrarreloj disminuye los gestos amables tanto para el participante como para la otra persona.
El papel del mindfulness en tiempos acelerados
El último estudio incorporó la variable del mindfulness, entendido como la capacidad de prestar atención consciente al entorno y a los propios estados internos. Los datos mostraron que quienes practicaban atención plena lograban sostener la cordialidad incluso en contextos de apuro.
De esta manera, el mindfulness aparece como una herramienta que no sólo favorece el bienestar individual, sino que también contribuye a una convivencia más amable en sociedades caracterizadas por la velocidad y el cansancio.
La psicóloga Olga Białobrzeska, líder del equipo, subrayó que la amabilidad cotidiana resulta esencial para la salud social. “Las personas son menos amables cuando están apuradas que cuando se sienten relajadas”, señaló al presentar los resultados.
Estrategias para la vida diaria
El equipo investigador dice que incorporar el mindfulness en escuelas, universidades y espacios de trabajo puede marcar la diferencia. Al fomentar un estilo de vida menos a las corridas, se generan vínculos más saludables y un mayor bienestar colectivo.
En la Argentina, donde los días suelen vivirse contrarreloj y la inestabilidad es la regla, estas prácticas se perfilan como una alternativa para recuperar la cordialidad perdida. Promoverlas desde programas sociales e institucionales podría reforzar los lazos comunitarios y crear un entorno más positivo.