La derrota en Guayaquil fue como esa piedra en el zapato que parece inofensiva, pero que termina volviendo imposible avanzar con normalidad. La Selección Argentina tropezó en un partido que expuso fisuras: mientras en ataque sobran alternativas de calidad, la defensa mostró debilidades que costaron demasiado caro. La ausencia de Cristian Romero y, sobre todo, de Lionel Messi, dejó a la “Albiceleste” sin su engranaje esencial, y a ello se sumó la roja de Nicolás Otamendi, que desnudó la fragilidad en el fondo.
El contraste fue notorio. Lo que había brillado frente a Venezuela se diluyó en Ecuador.
Lionel Scaloni apostó por un 4-2-3-1 con varios titulares, pero el equipo nunca encontró fluidez. Enfrente, Sebastián Beccacece plantó un 4-1-4-1 que funcionó a la perfección: bloqueó las bandas y explotó cada espacio libre. Con corazón y garra, Ecuador entendió el partido como una final y se llevó un triunfo con polémica incluida.
El penal que sancionó Wilmar Roldán por una falta de Nicolás Tagliafico abrió el marcador tras el acierto de Enner Valencia. La interpretación dividió aguas, pero fue sólo el inicio del drama: minutos después, un empujón de Otamendi sobre Valencia dejó a la Argentina con 10.
Fue la primera expulsión del zaguero en 128 partidos con la Selección, y lo marginará del debut en el próximo Mundial. La situación se equilibró en el complemento con la roja a Moisés Caicedo, aunque el daño ya estaba hecho y la “Albiceleste” nunca encontró caminos claros.
El campeón del mundo tiene recambio de calidad y variantes explosivas en los metros finales de la cancha, ideales para una propuesta que suele enamorar. Sin Ángel Di María, pero con Messi, Lautaro Martínez y Julián Álvarez, la jerarquía ofensiva se mantiene. A ellos se suman Nicolás González, Giuliano Simeone y los “europibes” como Franco Mastantuono o Nicolás Paz. Del mediocampo hacia adelante sobran opciones. El problema está atrás. Romero es irreemplazable, Lisandro Martínez no logra continuidad por las lesiones, y las alternativas como Leonardo Balerdi o Juan Foyth aún no logran transmitir la misma confianza.
Una derrota que deja señales
Más allá de haber terminado en lo más alto de la tabla, lo de Guayaquil fue un llamado de atención. Sin Messi, la “Albiceleste” pierde chispa, pero lo más preocupante está en la última línea: el recambio no ofrece garantías.
El penal de Tagliafico, la expulsión de Otamendi y la falta de un líder natural en defensa son síntomas de un problema estructural. Como en aquel debut de Qatar frente a Arabia Saudita, la lección es clara: ningún exceso de confianza está permitido. La fiesta del Monumental quedó atrás, y lo que viene exige corregir debilidades si la defensa de la corona en 2026 no quiere depender únicamente de las manos de Emiliano “Dibu” Martínez.