La iconografía de Pablo Iván Ríos, identitariamente tucumana con sus claras referencias a signos cotidianos que se encuentran a diario en las calles de la provincia, es más que una marca registrada del artista plástico. Forma parte de un reforzamiento de sus vínculos simbólicos, que se entrelazan incluso con elementos nostálgicos o futuristas en sus diferentes obras.
Un enorme rosquete dulce a forma de Luna que lo ilumina todo, en un paraje desolado donde se fusionan una vetusta estación de YPF con la despensa (bautizada “La Rufino”, nombre que lleva su acrílico sobre lienzo) y la fachada de la Casa Histórica, conforman su pintura ganadora de la segunda edición del Premio de Artes Visuales-Ciudad de Yerba Buena. El creador se llevó $1,5 millón y su obra pasará a formar parte del patrimonio artístico de esa Municipalidad.
Punto de vista: Un segundo paso: patrimonios en presenteLa decisión fue tomada por unanimidad por el jurado integrado por la decana de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, Silvia Agüero; el artista y coleccionista salteño Alfredo Muñoz y la directora del Museo de Bellas Artes de Catamarca, Gabriela Brouwer, quienes además otorgaron premios Fomento (dotados de $500.000, sin adquisición) a las obras de las tucumanas María Gabriela Abram (“Ellas, fantasmas del fuego”) y Juliet Ruiz Fernández (“Universo Yungas”) También entregaron menciones de honor María José Fernández Pascual (“Territorio con remiendos”) y Damián Esteban Díaz (“Match”), ambos también de Tucumán; y una Mención Especial del Jurado a Federico Kirschbaum (“La aspereza del paisaje”), de Salta.
La convocatoria abarcó a todo el Norte Grande Argentino, y llegaron 184 postulaciones; de ellas, 15 artistas fueron seleccionados para ser parte de la exposición inaugurada el viernes en la Casa de la Historia y la Cultura del Bicentenario de Yerba Buena (Las Higueritas 1.850), donde se podrán ver hasta el 18 de septiembre, con entrada libre y gratuita.
Aparte de los galardonados, en la muestra hay trabajos de los tucumanos Ana Laura Fromm, Maria Silvia Sánchez, Guadalupe Carrizo, Juan Ortega y Rubén Kempa; del catamarqueño Diego Rivas Ruzo; de la salteña Tania Ortiz; del jujeño Esquibel Matías Miski Mayo y la misionera Victoria Yoguel.
En ese espacio, conviven pinturas realizadas con distintas técnicas, fotografías intervenidas, textiles, collage, grabados y dibujos sobre diferentes superficies, dando cuenta así de la diversidad de propuestas recibidas y de la amplitud de referencias temáticas elegidas. Dos obras declaradas en el formulario con las medidas aceptadas del reglamento, exceden las dimensiones por lo que fueron dejadas fuera del proceso de premiación, pero son exhibidas.
Sensibilidad del otro
Brouwer reconoció que “el rol del jurado es una tarea que requiere de mucha responsabilidad y minuciosidad, ya que el mundo del arte esta atravesado por la sensibilidad de un otro”.
En ese contexto, valoró que la selección “requirió de varias instancias de consultas, debates, planillas entre nosotros como jurado y el equipo organizador... seleccionar 15 obras fue un desafío, sobre todo por la factura que presentaban”. Asimismo, consideró que “la preselección virtual muchas veces favorece y otras no, lo cual fue confiar plenamente en el criterio y el formulario de inscripción; la siguiente y última etapa fue aún más complicada: ver la obra en vivo resaltaba detalles que potenciaban la selección, valoramos la búsqueda, el ir más allá, la perseverancia, lo manual/artesanal, lo conceptual”.
“Considero que todo es un constante aprendizaje para todos los agentes de esta convocatoria, tan importante para la ciudad y los artistas, porque genera nuevos espacios y constituye el patrimonio para un futuro y próximo Museo de Arte Contemporáneo en Yerba Buena. Esperamos que así sea”, añadió.
Compromiso oficial
El secretario municipal de Cultura de Yerba Buena, Patricio Carrasco, en diálogo con LA GACETA, reconoció que la idea del futuro museo “actualmente se encuentra en etapa de análisis y búsqueda de financiamiento; entendemos que representa una oportunidad única para enriquecer nuestra vida cultural y fortalecer el legado patrimonial local, dando un impulso a la comunidad artística de nuestra ciudad”.
“Sin embargo, para llevarlo adelante es esencial involucrar actores privados en este tipo de emprendimientos de gran envergadura, no sólo como fuente de los recursos necesarios sino también como socios comprometidos con la comunidad. Históricamente, los grandes museos, edificios públicos e incluso hospitales han sido posibles gracias al aporte de mecenas. Es importante lograr una sinergia entre el publico y el privado”, reafirmó.
Respecto al salón, destacó que “refuerza el compromiso de sostener una política cultural que contenga a los artistas visuales, locales y regionales, que una vez más demuestran su alto nivel artístico y amplio conocimiento de las técnicas”.
“La diversidad plasmada en las obras seleccionadas son una pequeña muestra del amplio talento y miradas que componen el campo de las artes visuales. A través de su premio adquisición, se busca ser un resguardo del patrimonio artístico regional para así difundirlo entre las actuales y futuras generaciones. Espacios como este, que muchas veces desde la gestión de pequeñas ciudades parecen distantes y difícil de alcanzar, son importantes de sostener como un recordatorio y ejemplo, del valor que tiene tanto el arte como los artistas dentro de la sociedad. Es pertinente que tomemos conciencia y busquemos la forma y los medios de aportar en el resguardo y la disposición de este patrimonio”, concluyó.