La crisis que atraviesa Talleres de Córdoba parece una parábola escrita con crueldad: la gloria alcanzada se transformó en castigo en un abrir y cerrar de ojos. Apenas 169 días pasaron desde que el equipo cordobés levantó la primera Supercopa Internacional de su historia, nada menos que ante River, en Santiago del Estero. Ese triunfo parecía la plataforma ideal para consolidar un proyecto ambicioso, capaz de pelear en todos los frentes y sostener la ilusión de sus hinchas. Sin embargo, lo que se intuía como el inicio de una etapa dorada se convirtió en el punto cúlmine de un recorrido descendente. Hoy la “T” camina al borde del abismo, acosada por los malos resultados, la falta de gol, la inestabilidad en el banco de suplentes y la amenaza concreta del descenso. Y, en ese contexto, los cordobeses llegan a Tucumán con el objetivo de recuperarse frente a Atlético, mañana, desde las 20.
El último 0-0 frente a San Martín de San Juan, en el estadio Mario Alberto Kempes, fue mucho más que un tropiezo: expuso la fragilidad del equipo y desató la bronca de la gente. No se trató solo de un mal resultado: era el partido que Talleres debía ganar para despegarse de la zona baja. El rival, último en promedios y en la tabla anual, parecía el adversario indicado para tomar aire. Pero la “T” volvió a fallar y la consecuencia fue lapidaria: quedó igualado en puntos con Aldosivi en la zona roja de la tabla anual. Está 29° de 30.
El escenario es tan delicado que, si el campeonato terminara hoy, la “T” debería jugar un desempate para definir la permanencia. El golpe psicológico es aún mayor si se considera que no pudo imponerse ante un equipo que todos dan por descendido. La sensación de “bronca” se mezcló con la preocupación por un futuro que se oscurece cada fecha más.
El declive
La caída no es circunstancial. Desde aquella consagración internacional, Talleres disputó 21 partidos oficiales y apenas ganó tres. El saldo lo completan diez derrotas y ocho empates. La curva descendente se manifestó rápido: apenas dos semanas después de la consagración, quedó eliminado de la Copa Argentina en los 32avos de final contra Deportivo Armenio, en los penales.
El déficit más marcado está en el ataque. Con solo 14 goles en 21 partidos, el equipo es el cuarto menos efectivo del fútbol argentino. Como local, el panorama es aún más grave: apenas consiguió el 21% de los puntos en juego (7 de 33) y convirtió ocho tantos en el Kempes, números que lo colocan entre los peores del campeonato.
Cinco técnicos
Otro factor que explica el derrumbe es la inestabilidad en el banco de suplentes. Tras la eliminación en Copa Argentina, Alexander Medina dejó su cargo. Su reemplazo fue Pablo Guiñazú, ídolo de la casa, que apenas resistió siete partidos: sumó cinco derrotas, un empate y una victoria antes de renunciar.
La conducción interina recayó en Mariano Levisman, pero tampoco hubo reacción: el equipo quedó eliminado en los octavos de final del torneo Apertura y último en su grupo de Copa Libertadores. Para la pretemporada, la dirigencia contrató a Diego Cocca, que renunció sorpresivamente a los 40 días. “El escenario no era el que yo quería. Hay tres o cuatro jugadores que tienen posibilidad de venta y no ha venido ningún refuerzo”, explicó.
El último intento fue Carlos Tevez. El “Apache” asumió hace cinco partidos y, aunque mostró pasajes de buen juego, los números siguen siendo pobres: dos derrotas, dos empates y una victoria. En su búsqueda de soluciones, ya utilizó a 23 futbolistas diferentes. La sensación es que todavía no encuentra una identidad definida.
La falta de un "9"
Tevez y la prensa coinciden en señalar el mismo problema: Talleres no tiene centrodelantero. La falta de un “9” es inexplicable en un plantel de Primera. Ante esa carencia, el técnico debió improvisar con Valentín Depietri, un extremo que terminó convertido en referencia de área. Paradójicamente, Depietri es el máximo artillero del año con cuatro goles, junto al brasileño Rick.
El resto de los delanteros arrastra cifras desoladoras. Federico Girotti no convierte en torneos locales desde noviembre pasado y solo lleva tres tantos en toda la temporada, todos en Libertadores. Nahuel Bustos acumula 25 partidos sin gritar un gol. Sebastián Palacios apenas marcó dos veces en 29 encuentros desde su regreso y Cristian Tarragona, antes de emigrar, solo había hecho un tanto en el año.
Las bajas de futbolistas importantes como Matías Galarza Fonda, Juan Portillo, Marcos Portillo, Blas Riveros y Gastón Benavídez completan un cuadro que dejó al equipo sin variantes y con menos jerarquía que en temporadas anteriores.
La bronca de los hinchas
El empate contra San Martín fue la gota que colmó la paciencia de los hinchas. Desde las tribunas del Kempes bajaron insultos y cánticos de reprobación: “jugadores, la c… de su madre, a ver si ponen huevos que no juegan con nadie”. La gente no solo protestó por el resultado, sino por la falta de actitud que percibe en el plantel.
En el vestuario, el defensor Augusto Schott reconoció la tristeza del grupo y calificó los murmullos como “normales”. Tevez, más cauto, admitió: “Son entendibles. Todos entendemos dónde estamos. El equipo creció desde que lo agarramos nosotros. No hay que volverse locos”. Sin embargo, lanzó un mensaje directo al presidente Andrés Fassi: “Estoy buscando un 9, le estoy encima al presidente”. La frase fue interpretada como una manera de dejar en claro que el déficit ofensivo es estructural y que la responsabilidad no recae solo en el entrenador.
A evitar la pesadilla
Con 18 puntos en 21 fechas, la “T” está obligada a reaccionar. Lo que comenzó como un semestre con tres competencias en simultáneo se redujo a una única batalla: la de la permanencia. Si bien aún conserva chances de clasificarse entre los ocho mejores del Clausura, la prioridad absoluta es evitar el descenso.
Restan 11 fechas y 33 puntos en juego. El margen de error es mínimo. Para muchos, la primera parte del año fue “patética”, y la segunda directamente “terrorífica”. Lo más inquietante es que nadie puede asegurar que se haya tocado fondo.
Talleres enfrenta un futuro inmediato cargado de tensión: deberá recuperar la confianza de sus hinchas, encontrar un goleador y estabilizar un proyecto que hoy se tambalea. La historia reciente demuestra que la gloria y la crisis están a un paso de distancia. La “T” lo aprendió de la peor manera: en menos de seis meses pasó de tocar el cielo a sentir de cerca el vértigo de la caída.