Las conversaciones digitales a través de aplicaciones de mensajería, como WhatsApp, son muy diferentes de las que mantenemos cara a cara. En los chats no podemos ver gestos ni tonos de voz: solo leemos palabras. Y esa falta de lenguaje no verbal puede dar lugar a múltiples malentendidos.
Uno de los ejemplos más comunes es responder con un simple “ok”. En apariencia, se trata de una contestación breve para indicar que entendimos lo que nos dijeron. Sin embargo, la psicóloga Teresa Baró advierte que este mensaje puede transmitir mucho más de lo que parece.
Los significados ocultos del “ok”
Según explicó Baró al sitio italiano SFP Versilia, contestar con un “ok” puede tener distintos trasfondos:
- Aceptación pasiva: en muchos casos, se interpreta como una forma de asentir sin entusiasmo ni interés, lo que puede dar la sensación de desinterés en la charla.
- Distancia emocional: la frialdad de la palabra por sí sola puede funcionar como una barrera, marcando distancia en la interacción con el otro.
- Cierre diplomático: también puede usarse como estrategia para terminar una conversación conflictiva de manera rápida y sin profundizar en el problema.
En este sentido, el “ok” puede ser fácilmente malinterpretado entre interlocutores y dar lugar a tensiones o conflictos innecesarios.
La clave: el contexto
Para Baró, lo más importante es analizar el contexto en el que aparece esa palabra. Si en una conversación se percibe un tono extraño o cortante, lo recomendable es preguntar directamente a la otra persona qué quiso expresar, en lugar de suponer intenciones ocultas.
Así, lo que parece un gesto insignificante en un chat cotidiano puede convertirse en una ventana a comprender mejor la comunicación digital y sus matices.