La violencia de género sigue siendo una de las principales deudas del país. Cada 35 horas una mujer es asesinada, y miles atraviesan situaciones de violencia física, psicológica o económica. En esa coyuntura delicada, el relevamiento de "Perfil de País Argentina 2024" de ONU Mujeres advierte sobre una modalidad en expansión: la violencia digital.
El dato es contundente: una de cada tres mujeres modifica o limita su manera de expresarse en internet por miedo a ataques y al hostigamiento en línea. Lo que en principio parecía un espacio de libertad y democratización de voces, se transformó en un terreno hostil para quienes se atreven a opinar, militar o simplemente participar en la conversación pública digital.
Una de cada tres mujeres se autocensura en internet
ONU Mujeres define la violencia digital como un conjunto de agresiones que incluyen amenazas, hostigamiento, difamación, difusión no consentida de imágenes y ataques coordinados en redes sociales.
En la Argentina, las agresiones virtuales se volvieron habituales. Las mujeres reciben insultos sexistas, mensajes intimidatorios y campañas de difamación. El impacto es inmediato: muchas optan por borrar publicaciones, restringir su perfil o directamente abandonar las redes sociales.
La consecuencia no es sólo individual. Al afectar la participación de las mujeres en el espacio digital, la violencia online restringe la calidad de la democracia, ya que excluye voces y opiniones de la conversación pública.
Femicidios y la violencia que persiste
El informe recuerda que la violencia extrema contra las mujeres no cesa. En promedio, cada 35 horas una mujer es asesinada en la Argentina. Si bien la Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres permitió dimensionar las agresiones psicológicas y físicas, la violencia digital se suma ahora como un nuevo factor de disciplinamiento.
Lejos de tratarse de un fenómeno menor, el acoso en línea funciona como una extensión de las violencias tradicionales. No deja marcas físicas, pero sí consecuencias concretas: ansiedad, aislamiento, pérdida de oportunidades y silenciamiento.
Voces públicas bajo ataque: periodistas y artistas en la mira
Los datos son aún más graves cuando se trata de mujeres con voz pública. Según el informe Muteadas de Amnistía Internacional, la violencia digital busca disciplinar y silenciar a las periodistas que expresan opiniones, especialmente en temas de género.
Un relevamiento en medios argentinos detalla que:
- 98% de las periodistas mujeres sufrió insultos o agresiones aisladas,
- 85% padeció acoso o trolling organizado,
- 46% recibió acoso sexual o amenazas,
- 44% fue amenazada con violencia física.
Estos ataques tienen efectos concretos: muchas periodistas se autocensuran, dejan de cubrir ciertos temas o incluso abandonan sus cuentas personales. Un informe de ONU Mujeres y UNFPA refuerza la alerta: seis de cada diez periodistas mujeres y con identidades diversas en Argentina sufrieron violencia digital en los últimos seis años.
El problema no se limita al periodismo. Artistas, políticas y activistas también relatan hostigamiento masivo en redes sociales. Según ONU Mujeres, el 80% de ellas limitó su participación online y el 40% se autocensuró en algunos temas por miedo a la violencia digital.
La violencia hacia voces públicas no sólo afecta a las víctimas: debilita el derecho de la sociedad a informarse y empobrece el debate democrático.
La respuesta institucional y las deudas pendientes
En los últimos años la Argentina incorporó la violencia digital dentro de las modalidades de violencia de género reconocidas por la Ley 26.485. También se implementaron programas de capacitación y campañas de sensibilización.
Sin embargo, la respuesta institucional todavía es débil. Muchas víctimas encuentran trabas para denunciar porque las fuerzas de seguridad o la Justicia subestiman las agresiones en línea, o no cuentan con capacidades para investigarlas. En la práctica, el acoso digital rara vez llega a judicializarse y las sanciones son escasas.
El desafío es doble: lograr que las instituciones reconozcan la gravedad de estas agresiones y que las plataformas tecnológicas asuman su responsabilidad en la moderación de contenidos y en la protección de las usuarias.