Con la llegada del verano, millones de desplazamientos se producen en las carreteras españolas, la mayoría con destino vacacional. La Dirección General de Tráfico (DGT) advierte cada año sobre la necesidad de revisar el estado del vehículo antes de iniciar un viaje, pero hay un elemento que muchos conductores pasan por alto: el limpiaparabrisas.
Aunque su función es esencial para mantener la visibilidad al volante, son pocos los que prestan atención a su mantenimiento o a la forma correcta de usarlo. En los meses de calor, no solo las lluvias son escasas, sino que los insectos que impactan contra el cristal delantero obligan a usarlo con frecuencia. Sin embargo, activarlo en el momento equivocado puede convertirse en un riesgo.
El peligro surge cuando el conductor acciona el limpiaparabrisas mientras el sol incide directamente en la luna delantera. Esta acción puede provocar un breve deslumbramiento, suficiente para impedir ver la carretera durante unos segundos, aumentando así las posibilidades de un accidente. La recomendación es clara: evitar su uso cuando los rayos solares dan de frente y esperar a que la luz no afecte directamente a la visión.
Además de usarlo con precaución, es fundamental cuidar las escobillas para que cumplan su función de manera eficaz. Un mal estado puede dejar el cristal más sucio que antes y comprometer la seguridad. Lo ideal es revisarlas antes de un viaje largo y, si presentan desgaste, sustituirlas. También conviene limpiarlas a fondo para asegurar un funcionamiento óptimo.
Prestar atención a este pequeño detalle puede marcar la diferencia en la seguridad durante los trayectos de verano, evitando contratiempos y garantizando una visibilidad perfecta al volante.