En un nuevo gesto que marca distancia con la Casa Rosada, Victoria Villarruel viajó a Corrientes para reunirse con el gobernador Gustavo Valdés y encabezar junto a él la ceremonia de repatriación de restos de Granaderos caídos en la batalla de San Lorenzo. El encuentro, de fuerte contenido simbólico y político, se produjo mientras la vicepresidenta sostiene una creciente tensión con el presidente Javier Milei, quien recientemente la acusó de “traidora” y “bruta”.

Villarruel arribó a la capital provincial a las 10 de la mañana y fue recibida por Valdés en la Casa de Gobierno, donde mantuvieron una reunión privada de aproximadamente una hora. Allí intercambiaron presentes institucionales antes de dirigirse a las actividades oficiales. El gesto del mandatario radical fue leído en clave política: no solo por su enfrentamiento con la Casa Rosada tras el cierre de listas, sino también por la decisión de La Libertad Avanza de disputar la provincia con un candidato propio, desafiando el liderazgo del oficialismo radical local.

La visita se dio apenas días después de que Milei responsabilizara a Villarruel por la suba del dólar y la acusara de facilitar una “sesión ilegal” en el Senado, donde se aprobaron leyes que impactan en el equilibrio fiscal, como el aumento a los jubilados, la prórroga de la moratoria previsional y la declaración de emergencia en discapacidad.

Repatriación histórica y agenda local

La ceremonia de repatriación de los restos de los Granaderos caídos fue impulsada por el municipio de Saladas, y tuvo varios momentos simbólicos: el traslado de los restos al Museo Histórico, una misa en la Iglesia La Merced, un acto central en Plaza Cabral y un desfile cívico-militar. También se realizó una recorrida conjunta por La Unidad, el nuevo polo cultural, tecnológico y gastronómico ubicado en la ex cárcel de avenida 3 de Abril y Costanera.

Con su presencia en Corrientes, Villarruel refuerza su perfil institucional y federal, en contraste con las críticas de la Casa Rosada. En tanto, el acompañamiento de Valdés se interpreta como una señal hacia los sectores más dialoguistas del radicalismo, que observan con atención los movimientos de la vicepresidenta en un escenario político fragmentado.