Puede aparecer de forma repentina. Como un dolor de cabeza brutal, una presión insoportable. Podemos sentir una debilidad o parálisis de un lado del cuerpo. Otra síntoma: hablar sin sentido, no entender lo que decimos y hasta perder la visión de un ojo o ver doble.

Son las primeras señales. Y en cuestión de minutos todo puede empeorar si se trata de un accidente cerebrovascular (ACV). Esta patología se puede clasificar en dos tipos: hemorrágico o isquémico. El primero ocurre debido a la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro, mientras que el segundo es causado generalmente por la obstrucción de un vaso sanguíneo debido a un coágulo o un estrechamiento arterial.

El pronóstico de esta afección es grave, especialmente si no se detecta a tiempo. En muchos casos, los síntomas no se identifican rápidamente, lo cual retrasa el diagnóstico y reduce las chances de sobrevivir sin secuelas.

El reciente caso de Alejandra “Locomotora” Oliveras, reconocida boxeadora argentina que sufrió un ACV, sembró muchas inquietudes en la población: ¿es posible prevenir esta situación? ¿Hay una recuperación o las consecuencias son irreversibles? ¿Están aumentando la cantidad de casos?

Mientras dormía

El accidente cerebrovascular que afectó a Oliveras, de 47 años, ocurrió mientras dormía, lo que impidió que recibiera atención médica dentro de la llamada “ventana terapéutica”, el periodo en el que los tratamientos resultan más efectivos.

Cuando se interrumpe el flujo de sangre al cerebro - ya sea por un coágulo o una hemorragia- las neuronas se quedan sin oxígeno. Y el tejido cerebral comienza a morir desde el primer instante, detalla Matías Alet, neurólogo especializado en neurología vascular de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP). Por eso, cuanto antes se actúa, más chances hay de salvar vías neuronales esenciales para hablar, moverse o pensar.

Alet precisó que “Locomotora” sufrió un ACV isquémico extenso: una arteria cerebral se tapó, provocando una falta de oxígeno importante. Al despertar, Oliveras ya presentaba un déficit motor en el lado izquierdo del cuerpo. Tras pedir ayuda a sus hijos, fue internada. Los médicos diagnosticaron un edema cerebral, lo que llevó a la realización de una craneotomía descompresiva hace 10 días.

Aunque ayer abrió los ojos y le sacaron el respirador, por ahora el pronóstico es reservado, señalaron los profesionales de la salud que la atienden.

Más allá de este caso puntual, Alet explica que el ACV es un desafío sanitario de enorme magnitud en nuestro país, donde el 2% de los adultos mayores de 40 años conviven con secuelas tras haber sufrido un evento de este tipo, lo cual implica a unas 340.000 personas.

Se calcula que en la Argentina ocurre un ACV cada cuatro minutos. En promedio, se producen entre 40.000 y 60.000 casos nuevos por año, con más de 18.000 muertes asociadas. Todo esto convierte a la patología en una de las principales causas de discapacidad y mortalidad de la población.

Sus síntomas pueden parecer inofensivos, pero cada minuto es vital. La recomendación de los neurólogos es clara: ante cualquier síntoma, es imprescindible acudir a una guardia. Puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

Aumentan los casos

Estudios internacionales revelan un crecimiento preocupante de casos de ACV, incluso en adultos jóvenes de entre 15 y 49 años. Los expertos apuntan a factores como hipertensión, sedentarismo, obesidad y estrés crónico como principales responsables.

El doctor Álvaro Campero, jefe de Servicio de Neurocirugía del Hospital Padilla y profesor de la UNT, reconoce que se ha observado que los casos de ACV están aumentando o, al menos, no disminuyen al ritmo esperado. “Los ACV isquémicos siguen siendo la mayoría, y los hemorrágicos representan alrededor del 10 o 15% de estos eventos. El número absoluto de casos sí está aumentando en varias regiones debido al envejecimiento poblacional y a factores de riesgo más frecuentes. En países en desarrollo y con menos control de la hipertensión, se está viendo un aumento significativo de ACV hemorrágicos”, explica.

Entre los motivos, enumera: el envejecimiento de la población y la hipertensión mal controlada. “Esta sigue siendo la primera causa de ACV. Muchas personas no saben que son hipertensas o no siguen su tratamiento”, apunta. También influyen los estilos de vida poco saludables, una mayor obesidad, sedentarismo, consumo elevado de sal y alcohol, y el tabaquismo. El uso de drogas es determinante, señaló. Asimismo, incide en esta problemática el uso creciente de anticoagulantes. “Muchas personas mayores toman anticoagulantes por fibrilación auricular u otros problemas, lo cual aumenta el riesgo de sangrados si no se controlan bien”, resalta. Y agrega otro dato: que haya más casos tiene que ver con un mejor diagnóstico.

Qué causó el ACV de Locomotora Oliveras: consumo de esteroides y una operación bajo la lupa

“En la Argentina, como en gran parte del mundo, el ACV (tanto isquémico como hemorrágico) es una de las principales causas de muerte y de discapacidad adquirida en adultos. Se estima que hasta el 80% de los ACV podrían prevenirse con un buen manejo de la salud y cambios en el estilo de vida. Principalmente, con un control estricto de la hipertensión arterial, evitar el tabaquismo y el exceso de alcohol, alimentación saludable, actividad física regular y control de otras enfermedades, como diabetes y arritmias”, detalla.

Por otro lado, Campero habló de los avances que hubo desde la medicina para tratar estos eventos. “En el caso particular de los ACV hemorrágicos, que antes tenían un manejo muy limitado, la medicina ha progresado en varios frentes. Por ejemplo, antes muchos pacientes se trataban en salas generales. Ahora existen unidades especializadas en ACV con neurólogos, neurocirujanos, intensivistas y rehabilitadores”, remarca.

También actualmente hay un mejor control de la presión arterial: se usan fármacos más efectivos y seguros para reducir rápidamente la presión sin causar isquemia secundaria.

Y, además, hubo avances en neurocirugía. “Antes la cirugía para evacuar hematomas era muy agresiva y no siempre se indicaba. Ahora se utilizan técnicas mínimamente invasivas (endoscópicas o aspiración estereotáctica) para evacuar el hematoma con menor daño”, describe el médico, que es presidente de la Asociación Argentina de Neurocirugía.

Igualmente, todavía hay bastantes desafíos, según admite. “Muchos pacientes con ACV no llegan a tiempo a un centro especializado. Hay una falta de reconocimiento de los síntomas por parte de la población. Además, hay retrasos en los sistemas de emergencia o en zonas rurales. El acceso a las Unidades de ACV y neurocirugía es desigual. Las unidades de ACV están concentradas en grandes ciudades. Además, el control de factores de riesgo es insuficiente. La hipertensión sigue mal controlada en gran parte de la población”, especifica. Y agrega que aún hay limitaciones en los tratamientos farmacológicos y en la rehabilitación de personas con secuelas graves.

Síntomas

Prestá atención a estas señales   que puede darte tu cuerpo

Un Accidente Cerebrovascular (ACV) es una emergencia médica. Cada minuto cuenta, porque las neuronas empiezan a morir rápidamente, detalla el neurocirujano Alvaro Campero. Por eso hay que actuar lo antes posible ante estos síntomas de alarma:

Déficit neurológico focal repentino:

• Debilidad o parálisis de un lado del cuerpo (cara, brazo o pierna).

• Pérdida de sensibilidad en un lado del cuerpo (cara, brazo o pierna).

• Alteraciones del habla o lenguaje.

• Dificultad para hablar o frases sin sentido. No poder comprender lo que se dice.

• Problemas visuales: pérdida súbita de visión en un ojo o visión doble.

• Dolor de cabeza muy intenso y súbito, acompañado de náuseas, vómitos o pérdida de conciencia.

• Pérdida de equilibrio o coordinación:

• Dificultad para caminar, sensación de mareo o vértigo súbito.

• Confusión o somnolencia brusca.

¿Qué hacer ante un posible ACV?

1- Llamá a un servicio de emergencia médica de inmediato. No esperes a que los síntomas “pasen solos”.

2- Mantené a la persona que lo está sufriendo tranquila y segura. Colocala acostada con la cabeza ligeramente elevada. No hay que darles comida, bebida ni medicamentos.

3- Observá la hora exacta en que comenzaron los síntomas (dato vital para los médicos).

4- No intentés trasladarlo por medios propios si hay servicio de emergencias disponible. Las ambulancias llevan al paciente a centros con unidad de ACV y tratamiento especializado.

¿Qué puede pasar si tardan en atenderme?

Las consecuencias pueden ser muy graves, e incluso mortales, especialmente en el caso de sufrir un ACV hemorrágico.

• El sangrado forma un hematoma que comprime el tejido cerebral.

• Esto genera aumento de la presión intracraneal, ya que el cráneo es un espacio cerrado.

• La sangre y la inflamación dañan las neuronas alrededor del hematoma.

• Cuanto más tiempo pasa, más tejido neuronal se pierde, y la persona puede quedar con secuelas permanentes:

- Parálisis o debilidad de un lado del cuerpo.

- Problemas del habla o comprensión.

- Alteraciones visuales.

- Dificultades cognitivas (memoria, concentración).

Qué hacer

La mayoría de los argentinos no sabe reaccionar

Siete de cada 10 argentinos no saben qué hacer frente a un Accidente Cerebrovascular (ACV). Así lo reveló una encuesta de la consultora Voices, realizada a fines del año pasado en varias provincias; entre ellas, Tucumán.

Al preguntar si sabrían cómo proceder si alguien a su alrededor estuviese sufriendo un ACV, el 32% indicó tener conocimiento sobre cómo actuar, mientras que el 39% manifestó no saber qué hacer. El 9% indicó no estar seguro.

“Los resultados del relevamiento coinciden con lo que vemos habitualmente en nuestra práctica clínica. La gente no sabe cómo reaccionar. En ocasiones, los pacientes inclusive prefieren esperar a que se les pasen los síntomas y la realidad indica todo lo contrario: cuanto antes el individuo llegue a un centro hospitalario preparado para abordar el ACV, mayores serán las chances de tratar exitosamente el cuadro para evitar que deje secuelas o minimizar esas consecuencias. Las primeras cuatro horas y media desde el comienzo de los síntomas son cruciales”, afirmó el neurólogo Pablo Ioli.

CADA MINUTO CUENTA. Actuar rápido ante los primeros signos del ACV puede salvar vidas y reducir secuelas.

Llamativamente, el relevamiento mostró que el ACV no es una circunstancia ajena a nuestra población: el 64% reconoció que, aunque no padeció un episodio, conoce a alguien cercano que sí lo presentó, e inclusive el 4% declaró haber tenido un ACV. Ocho de cada 10 encuestados manifestaron preocupación por sufrir un evento de estas características y la preocupación era muy significativa en la mitad de los participantes.

Otro aspecto muy interesante que se destaca es que, si bien la enorme mayoría estuvo de acuerdo en que cada minuto cuenta para evitar secuelas permanentes, las opiniones se encontraron divididas con relación a los centros de salud a los cuales acudir. Mientras que cuatro de cada 10 consideran que cualquier centro puede atender un ACV, la misma proporción piensa lo contrario. Y solo el 16% se manifestó en desacuerdo absoluto con que cualquier centro de salud pueda recibir y tratar a un paciente con esta sintomatología.

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Consultados sobre el nivel de información que tienen de la enfermedad, solo el 15% dijo estar muy informado. Tres de cada 10 expresaron tener poca o casi ninguna información. Sin embargo, siete de cada 10 lo reconocen como algo muy grave. A ocho de cada 10 encuestados les preocupa la posibilidad de sufrir un ACV.

Una herramienta útil para recordar los síntomas es el acrónimo R.A.P.I.D.O., que refiere a: Rostro caído, Alteración del equilibrio, Pérdida de fuerza en brazo o pierna, Impedimentos visuales, Dificultad para hablar y Obtención de asistencia médica inmediata. La aparición repentina de tan solo uno de estos síntomas es motivo suficiente para realizar una consulta médica urgente, ya que hay altas probabilidades de estar sufriendo un ACV, en cuyo caso, cada instante cuenta.