En el marco del Día Mundial del Cerebro, que se conmemoró esta semana (el 22 de julio), médicos y organizaciones de la salud alertan sobre el impacto global de las enfermedades neurológicas, que actualmente constituyen la principal causa de discapacidad a nivel mundial. Frente a este escenario, destacan la necesidad de concientizar a la población sobre el cuidado del cerebro a lo largo de toda la vida y el acceso oportuno a tratamientos especializados.
El aumento de la expectativa de vida ha traído consigo un incremento en la prevalencia de enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer y otras patologías neurodegenerativas. Sin embargo, estas condiciones no afectan solo a adultos mayores: pueden presentarse a cualquier edad y alterar profundamente la vida cotidiana.
“El Día Mundial del Cerebro es una oportunidad para recordar que el cerebro debe cuidarse desde la niñez hasta la vejez. La detección precoz, el seguimiento adecuado y el tratamiento temprano marcan la diferencia en la calidad de vida de los pacientes”, explica Griselda Oujo, neuróloga del equipo Neuroactiva.
Vivir con una enfermedad
Las enfermedades neurológicas no son solo cifras. Afectan física, emocional y socialmente tanto a los pacientes como a sus familias. El caso de Leonardo Cáseres, diagnosticado con Parkinson a los 49 años, refleja esta realidad: “Trabajé 17 años como chofer. Cuando me diagnosticaron, pedí ser reubicado. En vez de eso, me echaron. Me sentí invisible, como si ya no sirviera para nada”, relata con dolor.
Este tipo de exclusión evidencia la necesidad de mayor empatía y comprensión sobre estas enfermedades, que muchas veces se acompañan de síntomas no visibles, como cambios de ánimo, alteraciones cognitivas y dolor crónico.
Avances en terapias
A pesar del panorama desafiante, el desarrollo de terapias avanzadas como la neuromodulación cerebral profunda ha transformado el abordaje de estas patologías. Esta técnica neuroquirúrgica, que funciona como un “marcapasos cerebral”, permite reducir los síntomas más severos, mejorar la movilidad y disminuir la necesidad de medicación.
“Los pacientes que acceden a esta terapia pueden retomar actividades que antes habían dejado: trabajar, viajar, hacer deporte, reconectarse con su entorno. El impacto en su autoestima y bienestar es enorme”, señala Oujo.
En el caso de Leonardo, la cirugía fue un antes y un después: “Desde que salí del quirófano sentí que recuperaba el control de mi cuerpo. Pero sobre todo, recuperé las ganas de vivir”, cuenta emocionado.
La importancia de actuar a tiempo
Contrario a lo que muchos creen, este tipo de tratamientos no están reservados solo para casos extremos. La evidencia muestra que cuanto más temprano se evalúa la posibilidad de aplicar estas terapias, mejores son los resultados. Por eso, los especialistas insisten en consultar a tiempo y derribar mitos sobre enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer.