La internación en terapia intensiva de Alejandra “Locomotora” Oliveras, reconocida ex boxeadora argentina, tras sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), volvió a poner sobre la mesa una realidad crítica que muchas veces pasa desapercibida: la importancia del tiempo y la respuesta inmediata frente a un evento neurológico de este tipo.

Según explicó Matías Alet, director de Neurología de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), el caso de Oliveras se trató de un ACV isquémico extenso, provocado por la obstrucción de una arteria cerebral. Al momento de su llegada al hospital, ya no era posible aplicar tratamientos convencionales para disolver o extraer el coágulo, por lo que los médicos debieron realizar una craniectomía descompresiva, una cirugía de urgencia para reducir la presión intracraneana y evitar un daño aún mayor.

“Cada minuto cuenta. El tejido cerebral comienza a morir desde el primer instante en que se interrumpe el flujo de oxígeno. Si no se actúa rápido, las secuelas pueden ser irreversibles”, advirtió Alet.

Una problemática masiva

Más allá del impacto mediático del caso, el especialista subrayó que el ACV es una de las principales causas de discapacidad y muerte en la Argentina. Se estima que entre 40.000 y 60.000 personas sufren un ACV cada año en el país, con más de 18.000 fallecimientos anuales asociados. Además, cerca de 340.000 personas viven con secuelas, lo que representa alrededor del 2% de la población adulta mayor de 40 años.

¿Cómo reconocer un ACV?

- Actuar con rapidez requiere conocer los signos de alerta. Los síntomas suelen aparecer de forma repentina e incluyen:

- Pérdida de fuerza o parálisis en un brazo o pierna (usualmente de un solo lado del cuerpo)

- Desviación de la boca o caída de un lado de la cara

- Dificultades para hablar o comprender

- Mareos intensos o visión borrosa

- Ante cualquiera de estos síntomas, no hay que esperar ni dudar: se debe llamar de inmediato al servicio de emergencias.

“Si se consulta dentro de las primeras horas, hay tratamientos que pueden revertir o limitar el daño cerebral. Pero si se llega tarde, solo queda intentar controlar las complicaciones”, explicó el Dr. Alet.

Un problema prevenible

La buena noticia es que, según datos médicos, más del 80% de los ACV se pueden prevenir. Las principales causas están asociadas a factores modificables como la hipertensión arterial, el tabaquismo, el sedentarismo, el colesterol alto y la diabetes.

Adoptar hábitos saludables -como mantener una alimentación equilibrada, hacer ejercicio regularmente, dejar de fumar y controlar la presión- puede reducir drásticamente el riesgo de sufrir un ACV.

Cada minuto cuenta

Hoy, la salud de “Locomotora” Oliveras está en manos del equipo médico que la asiste día a día. Pero el mensaje va más allá de una figura pública: la diferencia entre la vida y la muerte, entre una recuperación posible o una secuela permanente, puede estar en la reacción de quienes rodean a la persona afectada.

“Si alguien pierde fuerza repentinamente, le cuesta hablar o notamos que un lado de su cara cae, no hay que esperar. Hay que llamar al 107 o al número de emergencias local. En el ACV, cada minuto cuenta”, concluyó Alet.