Las selecciones femeninas de fútbol están listas para animar desde este viernes la décima edición de la Copa América, torneo que arranca en la altitud de Quito con Brasil como la clara favorita a revalidar su corona continental. 

La cita, más que una competencia, es también un escaparate de talento y una plataforma de visibilización de las desigualdades que aún persisten en el fútbol femenino. El torneo comenzará con el enfrentamiento entre Ecuador y Uruguay, a las 21 del sábado, en el estadio del club Independiente del Valle, ubicado en las afueras de la capital ecuatoriana.

La poderosa Seleção, con la mítica Marta a la cabeza, aterriza en Ecuador con un palmarés abrumador: ocho títulos continentales y una hegemonía que se remonta a 1991, cuando se celebró por primera vez esta competencia. Ahora, Brasil buscará su noveno trofeo, dispuesta a maravillar desde la altitud de los 2.850 metros de Quito.

"Tenemos que esperar que venga a defender su Copa, a exponer su fútbol y a asombrar a esa afición, a las chiquitas que quieren ser futbolistas", afirmó la analista deportiva Martha Córdova, resaltando la influencia de la Canarinha en las nuevas generaciones.

Brasil, cuarta en el ranking mundial de la FIFA, comparte el Grupo B con Colombia, Paraguay, Venezuela y Bolivia. En el Grupo A se ubican Ecuador, Argentina, Chile, Uruguay y Perú.

Colombia quiere revancha

La selección cafetera, número 18 del mundo, llega con cuentas pendientes. En 2022, como anfitriona, se le escapó el título ante Brasil. Hoy, lideradas por figuras como Linda Caicedo (Real Madrid), Mayra Ramírez (Chelsea), Daniela Montoya y Catalina Usme, las colombianas quieren revancha.

“Colombia sin duda viene a ser una de las candidatas a lograr ese segundo cupo a los Juegos Olímpicos”, sostuvo Córdova. La potencia sudamericana no solo se destaca por su juego, sino también por exportar talento de elite.

Caicedo ya brilla en España, mientras que Ramírez se convirtió, en enero de 2024, en la futbolista más costosa de la historia del fútbol femenino al ser fichada por el Chelsea.

Argentina también sueña

Argentina, la única selección que ha logrado destronar a Brasil (en 2006), también aspira a recuperar protagonismo. Con una generación renovada, la “albiceleste” espera volver a pisar fuerte en el escenario regional.

El torneo, que se desarrollará hasta el 2 de agosto, otorgará dos cupos directos a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 y tres plazas para los Juegos Panamericanos de Lima 2027 —a los que Perú ya está clasificado como país anfitrión.

Vitrina de lucha y desigualdad

Más allá del espectáculo deportivo, la Copa América femenina vuelve a ser una vitrina de las desigualdades de género en el fútbol. El episodio más reciente ocurrió con la selección uruguaya, que protestó por mejores condiciones laborales dejando sus botines tirados en el césped y negándose a entrenar una semana antes del torneo.

“Esta medida no es en contra de nuestra pasión, sino por un derecho justo”, escribieron las jugadoras en redes sociales. La protesta concluyó el martes, tras la intervención del gremio de futbolistas profesionales.

Las brechas también se reflejan en los precios: ver un partido de esta Copa cuesta entre US$3 y US$5, lejos de los hasta US$2.000 que alcanzó una entrada para la final de la Copa América masculina 2024, en Estados Unidos.

Para el DT ecuatoriano Eduardo Moscoso, los precios bajos son una estrategia para atraer público. “En su momento subirán los precios en otros torneos femeninos”, afirmó.

Córdova, por su parte, insistió en que la igualdad solo es posible con el compromiso de todos. “A estos torneos no solo deben venir las escuelas de fútbol o las familias. También tienen que asistir los hombres, porque la igualdad se construye en sociedad”, señaló.

Con la pelota a punto de rodar en Quito, la décima Copa América femenina promete emociones, goles y, sobre todo, un nuevo capítulo en la lucha por un fútbol más justo y equitativo.