Cada vez más tucumanos esperan sus pedidos con la misma expectativa con la que se espera un regalo. Bolsas plateadas con letras naranjas o cajas sin remitente empiezan a acumularse en casas de nuestra provincia. Vienen de China, y adentro traen vestidos, buzos, zapatillas o cosméticos comprados en Shein, Temu o AliExpress.

La escena se repite entre adolescentes y jóvenes adultos que comparten códigos de descuento, siguen los envíos con ansiedad y llenan sus roperos sin haber pisado un negocio. La moda ya no se elige en un local: se espera, se prueba frente al espejo, se graba y se califica. En TikTok e Instagram, los “unboxings” se multiplican: tucumanos muestran lo que compraron, comentan precios, hacen rankings y convierten cada paquete en contenido. Lo que empezó como una curiosidad hoy es rutina. La ropa llega desde el otro lado del mundo con solo un clic. ¿La moda llegó a sus manos o es apenas la ilusión de elegir?

Fast fashion desde China: qué es y por qué arrasa?

Las plataformas chinas impulsan un modelo conocido como fast fashion –o “moda rápida”–  basado en la producción masiva de prendas baratas y en tiempo récord. Detectan lo que está de moda a través de algoritmos y lanzan cientos de diseños nuevos por semana. Shein, AliExpress y Temu son hoy nombres familiares en muchas casas argentinas. Las tres tienen base en China y revolucionaron la forma de comprar ropa con sus envíos gratuitos, descuentos constantes y una experiencia de compra gamificada. 

Shein nació en 2008, pero explotó globalmente después de 2020.  Actualmente trabaja en más de 220 países. La empresa es conocida por sus prendas de vestir económicas y de calidad variable. AliExpress, parte del conglomerado Alibaba, ofrece todo tipo de productos. Es una plataforma de ventas online fundada en el año 2010, y Temu, la más nueva, es un mercado en línea, fundado en el 2022, se dedica a ofrecer productos de moda, electrónica, productos de belleza, con grandes descuentos. La empresa es subsidiada por PDD Holdings y se expandió al mercado latinoamericano en el 2024 y llegó con una estrategia basada en ruletas de descuento, cupones y promociones que parecen diseñadas para viralizarse.

Gracias al nuevo régimen puerta a puerta, los pedidos pueden llegar en 15 a 25 días, sin pagar impuestos extra si no superan los US$ 400. La franquicia anual es de US$ 3.000 y se permite recibir hasta cinco envíos por año.

Moda rápida, precios imbatibles

Las plataformas chinas impulsan la explosión: detectan lo que se usa en redes, lo fabrican y lo envían al mundo en semanas. Los artículos “se lucen” en las redes y, aunque lo que llega no siempre coincide con lo que se eligió, los precios resultan casi irreales frente al mercado local. En Shein o Temu se consiguen camperas por unos $55.000–$60.000, zapatillas por $30.000–$35.000, vestidos entre $15.000 y $20.000. Para entender la brecha, un jean ajustado a mujer cuesta alrededor de $26.700 en Temu y $19.400 en AliExpress, mientras en marcas argentinas similares rondan entre $42.000 y $76.000. Una campera en Temu aparece a $59.000 frente a más de $200.000 en marcas como Montagne o Columbia. El atractivo es claro: prendas a una fracción del costo local, con envío directo y sin moverte de casa.

La tentación del precio y la variedad

Para muchos tucumanos, comprar ropa por internet dejó de ser una excepción para convertirse en un hábito. La combinación entre precios accesibles, variedad de estilos y comodidad terminó de consolidar una tendencia que crece al ritmo de las aplicaciones chinas y las redes sociales. “Pido una vez por mes. A veces es ropa, otras veces maquillaje o accesorios. Me fijo en las reseñas, los talles y si tiene envío gratis. En Shein me salió todo bien”, cuenta a LA GACETA Tania Gómez, de 22 años. “Hice ya cinco pedidos en Shein. Nunca tuve que pagar extra. La clave es no pasarte del monto. Pedí tapados, remeras, un par de zapatillas. Todo salió menos de lo que me costaría en cualquier negocio del centro”, agrega Ruth, de 23. Luciana Díaz (27) compra casi todos los meses. “Valoro más la relación precio-calidad. Últimamente prefiero comprar online por falta de tiempo y porque muchas veces en el centro no encuentro lo que busco”. 

SUPERIOR. Las ventas en Shein se multiplican; los consumidores hoy prefieren hacerlo por internet.

En un contexto donde la ropa en los locales físicos resulta cada vez más inaccesible la variedad de talles (algunas prendas llegan hasta el 7XL) también funcionan como imán. Luciana Gómez, de 19 años se suma al boom digital: “Compro en Shein. Me llegó lo que quería en buen estado. Lo que más valoro es que tienen productos que acá no se consiguen, y más baratos”. Martina López Olivera (22) lleva el hábito un paso más allá. “Compro más por internet que en negocios físicos. En Shein hice una compra de 15 prendas que me costó lo mismo que dos pantalones en Tucumán. Me llegó todo perfecto y en tres semanas. La atención en los locales de acá no siempre es buena y encima es caro”. 

Para Luján Ferreyra, de 25 años, la experiencia no fue la mejor: “Con Shein me fue mal, el pedido tardó dos meses, hubo problemas con la aduana y la calidad no era buena. Puedo entender que sea más barato, pero no quiero volver a pagar menos por algo que no me termina gustando. Prefiero pagar más por algo de mejor calidad”.  La búsqueda de ropa a buen precio también atrajo a Bruno Coronel (20), fanático de las camisetas deportivas: “La experiencia fue muy buena y el pedido llegó rápido. Hoy elijo comprar online porque la diferencia de precio es muy grande”.  

La comodidad aparece una y otra vez como argumento de quienes optan por comprar sin moverse de casa. Romina Gutiérrez (34) alterna entre plataformas como Wish y Shein. “En general, todo llegó bien. Lo que más valoro es la comodidad: ver algo, pedirlo y que te lo traigan. En los locales de acá muchas veces no encuentro nada que me guste”.

Valentina Leguizamón (25) prefiere plataformas como Temu: “La clave es leer todo, asi no te llega cualquier cosa. Me frustra no poder medirme, pero también detesto salir al centro. Me estresa. Por eso sigo eligiendo comprar por internet”. Incluso adolescentes como Franco (16) prueban el canal digital: “Cuando compre, llegó rápido y bien. Igual prefiero el local físico para ver la calidad”.

“Prefiero ver lo que me llevo”: los comercios tucumanos resisten

Aunque las compras por internet ganan terreno, no todos los consumidores quedaron satisfechos con su experiencia. Desde talles que no coinciden, colores distintos a los de la foto hasta calidades decepcionantes, las sorpresas negativas también forman parte del paquete. En TikTok abundan los videos del tipo “esto pedí vs. lo que me llegó”, donde se comparan las fotos promocionales con el resultado real. En uno de ellos se muestra una campera oversize verde oliva, con bolsillos utilitarios y cuello alto. Lo que llega, en cambio, es una prenda más fina, casi transparente, y con un tono más amarillo que verde. “Le doy un 4”, dice la voz en off. La escena se repite con distintas prendas y puntajes: la moda se califica como si fuera contenido.

“Mi experiencia con Shein fue regular. Los precios son buenísimos, muy baratos, pero la calidad no fue lo que esperaba. Compré dos chalecos sastreros y un set de brochas de maquillaje. Las brochas eran de mala calidad y no se parecían a las fotos. Además, me lo dejaron en lo de una vecina sin aviso”, relata una usuaria tucumana que prefirió no identificarse. “Quizás prefiero ir a un mayorista local, medirme y ver qué me estoy llevando”.

Vanessa Miranda (24) también tiene sus reparos, mientras recorre un local de indumentaria femenina en el centro. “No suelo comprar seguido, pero cuando lo hago me leo todo porque si no te llega cualquier cosa. Me frustra no poder probarme. Además, no sabés si lo que estás pagando realmente lo vale. En los locales te medís, tocás la tela, ves el color real”. 

La percepción se replica en muchos locales comerciales del centro tucumano. Verónica atiende desde hace más de 15 años en la Galería Junín y reconoce que el panorama cambió. “Se nota. Los fines de semana hay movimiento, pero entre semana bajaron mucho las ventas. Y cuando preguntás, te dicen que compran por internet porque es más barato”. Florencia, vendedora de un local en la galería La Gran Vía, coincide. “Hoy la gente elige quedarse en su casa, arriesgarse con el talle o la calidad antes que venir al local. Se nota una baja en la cantidad de gente que entra, aunque seguimos vendiendo. Los jeans son lo que más vienen a medirse, porque en eso no se arriesgan tanto. Hay otros productos que sí se piden por redes, como buzos o remeras. Igual, hay clientas fieles que vienen siempre a ver la nueva temporada”. 

RECIENTE. Temu es de las tiendas online más

En un local ubicado en peatonal Muñecas, también perciben los cambios. “Algunas clientas se quejan de la calidad de lo que pidieron afuera. Otras se sorprenden de lo lindo que es. Nosotras llevamos cuatro años acá y notamos que la gente busca calidad y buenos precios, por eso ofrecemos variedad y promociones”, cuenta Aida, la encargada. Ana, una de las vendedoras, advierte sobre otro problema: “En ventas por redes, hay muchas estafas. Esta semana tuvimos un pedido grande con datos raros. Hay que estar atentos”. 

La atención personalizada y la confianza siguen siendo claves. Así lo plantea María Florencia, encargada en otro local sobre peatonal Muñecas. “Muchas clientas valoran poder venir, medirse, ver lo que se llevan. Es distinto. Acá las conocemos, les mandamos fotos de lo que llegó, les explicamos la calidad. Eso es algo que no se encuentra en una app. Además, tenemos clientas de más de 40 que no se fían tanto de lo digital. Prefieren venir, tocar la prenda, usar promociones de tarjeta, hacer consultas. Y eso no se reemplaza”. 

¿Qué hay detrás del click?

La presidenta de la Cámara de Comercio de San Miguel de Tucumán, Gabriela Coronel, no duda: “El 60% de los comercios del microcentro son del rubro indumentaria. El impacto es directo. Estas plataformas no pagan impuestos, no generan empleo local ni sostienen una cadena de valor nacional. Es una competencia desleal”. Desde la Cámara señalan que ofrecen capacitaciones en comercio electrónico, redes sociales y atención online, pero advierten que eso no alcanza. “El entorno normativo sigue favoreciendo al informalismo”, dice Coronel.

“Francia ya reguló el fast fashion digital, marcó un antecedente mundial. Aplicaron regulaciones por no cumplir con estándares básicos. Eso podría replicarse en países como el nuestro, donde los comercios están en clara desventaja”, plantea Coronel. El Gobierno nacional amplió en diciembre de 2024 los montos permitidos para compras internacionales: ahora se pueden hacer pedidos de hasta US$ 3.000 por envío, con hasta tres unidades por producto y hasta cinco pedidos al año. Los primeros US$ 400 están exentos de aranceles; se abona solo el IVA.

El hábito de “ir de compras” se transformó en un acto digital: deslizar, elegir, esperar. Para las nuevas generaciones, el celular es el nuevo probador y el consumo, muchas veces, se vuelve entretenimiento.  En esa lógica, el precio es solo una parte de la ecuación. La experiencia de comprar sin moverse, los algoritmos que sugieren lo que “justo estábamos buscando” y las redes sociales que lo convierten en contenido cierran el círculo. 

Pero detrás de cada clic, hay una cadena de valor que puede romperse. “Cuando compramos por fuera del país, dejamos fuera del circuito a diseñadores, costureros, empleados, proveedores. La ropa muchas veces es lo de menos. Lo importante es cómo, dónde y a quién le compramos”, concluye Coronel.