Y sí, es frustrante. Lo mal que andan los Alpine no se puede obviar, aunque sea repetitivo el concepto. Pueden tener instantes de ritmo, pero son sólo eso, instantes. Así, son los pilotos, en este caso Franco Colapinto y su compañero, el francés Pierre Gasly, los que deben lidiar con un coche que se ve como una tortura al manejo. En el Gran Premio de Austria, todo lo que pobre que hoy entrega la escudería quedó asentado en el clasificador: 13° el europeo, que había largado 10°; 15° el bonaerense, que había salido 14°. Contundente muestra de involución, ¿no? “No fue un día fácil para nosotros, al principio no tenía ritmo, al final mejoró. Hay que entender todo con el equipo para saber qué pasó”, dijo como resumen el bonaerense.
El sábado el coche había mostrado en la clasificación señales de mejoría, al menos según lo visto en los resultados. Pero se notaba que era porque estaba yendo no al límite, sino en el aire. Por la falta de potencia del motor, se los alista con poca carga alar trasera, con la intención de tener más velocidad en las rectas. Pero esto, a partir de las temperaturas ambiente y de pista, más el aire sucio que producen los rivales, lleva a un menor apoyo en las curvas. Es decir, la inestabilidad en estado puro. En el Red Bull Racing de Spielberg, como pasó ya muchas veces este año, volvió a fallar en los Alpine la puesta a punto, generando dudas y desconcierto. El propio Gasly, en medio de la competencia, preguntó por radio al equipo si había algo roto en el auto, porque manejarlo era una locura. “¡No sé cuánto más podré mantenerlo en la pista!”, exclamó.
A la carrera, pues. Estuvo de impacto la salida, cuando Carlos Sainz se quedó en el cajón por problemas de frenos. Pudo arrancarlo al Williams y cuando lo llevó a boxes, apareció un principio de incendio, que pudo ser sofocado, aunque el español se quedó sin competir. Esto llevó a que la final se largue 10 minutos más tarde de lo previsto. En los habitáculos de los autos, los pilotos esperaron estoicos, pese a la altísimo temperatura que estaban soportando. Finalmente se largó y…
A poco de la salida, el italiano Kimi Antonelli tocó con su Mercedes al Red Bull del neerlandés Max Verstappen. Los dos se quedaron afuera (¡tres corredores afuera y quedaba toda una prueba por delante!) En medio de estos intensos primeros minutos, Colapinto (que había calzado neumáticos blancos en su bólido) quedó 11°. Pero lo que parecía una situación con tendencia a mejorar, resultó ser un espejismo. Ya en la vuelta 5 lo pasó Oliver Bearman con su Haas, dando la primer señal de lo que se vendría para el bonaerense. A todo esto, los McLaren con el británico Lando Norris y el australiano Oscar Piastri se escapaban y luchaban exclusivamente entre ellos.
Por un buen rato Colapinto se mantuvo en un tren parejo, pero sin poder avanzar. Quedó 10° en la vuelta 13, no por mérito propio sino por el ingreso de rivales a cambiar gomas. Él mismo entró a los pits a renovar caucho (puso medios) en el giro 14 y quedó último.
Los avatares de la final lo llevaron a Franco a ubicarse 14° en la vuelta 23. Pero ya a esa altura no parecía tener ritmo para mucho más. Y llegó el giro 31, cuando el japonés Yuki Tsunoda lo tocó con su Red Bull y lo obliga a hacer un semitrompo, aunque pudo devolver al Alpine a la competencia, eso sí, con daños porque se rompió el alerón delantero y el piso. Por su mala acción, al nipón le dieron 10 segundos de sanción.
Tras el incidente, el auto se siguió mostrando sin gran ritmo. Así como le permitía ganar una posición, también al rato la perdía. Entonces, entró a boxes en la vuelta 40 para poner compuestos duros y quedó último otra vez. Los neumáticos frescos le dieron un tris de mejora en su ritmo. Y ocurrió entonces que en el giro 54, en medio de su pelea con Tsunoda por una posición, casi lo toca a Piastri, que debió irse parcialmente al pasto (“estaba en una pelea por una posición, ni lo vi, estaba en el punto ciego”, dijo). Por esto, Franco recibió una sanción de cinco segundos y un punto menos en la súper licencia. Sobre llovido, mojado (y sin que cayera una gota).
De la carrera se puede decir que fue otro monólogo de McLaren, con Norris y Piestri demasiado lejos de los demás, incluyendo al monegasco Charles Leclerc, 3° con Ferrari.
En pocos días llegará el GP de Gran Bretaña, en Silverstone, una nueva oportunidad para Colapinto, pero también un escenario complicado para él por la necesidad del equipo de sumar puntos (está último en la tabla de Constructores), algo en lo que el bonaerense no está contribuyendo. Las por venir serán horas cargadas de trabajo, análisis, tensión y, por qué no, rumores (si no los hubiese, no sería F-1). Esto es algo lógico cuando los resultados no llegan, los nervios crecen y además hay desconcierto general sobre qué hacer. El que pasó fue un fin de semana para el olvido. Queda pasar página y pensar en días mejores, aunque esto es más un deseo de buena voluntad que una verdadera posibilidad.